Texto y foto: Irma Gallo
«La violencia intrafamiliar ha generado una dislocación muy fuerte. Creo que ahí radica mucho la educación, porque hemos estado perdidos en esos valores para comunicarnos como seres humanos, como familia, como padres, hijos, hermanos, esposos. Y esta relación tan violenta que se da puede ser por frustración, puede ser simplemente por un machismo completamente estúpido. Puede ser también por una aceptación de la situación por parte de la mujer, como decir: «bueno, así es la manera en que me cuidan». Una falta de autoestima, por supuesto».
Quizá no es sólo obra de la casualidad que un par de días antes del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Saúl Hernández, siempre Caifán, siempre Jaguar (aunque ahora cante de solista), reflexione sobre la violencia que viven ellas en este país.
«Siempre se habla de que lo más importante es empezar por la casa. Y suena muy curioso pero sí es cierto. Es increíble como el fundamento primario si está ahí, en la familia».
Conocido con él no sólo por ser el icono de una generación que aprendió que podía haber buen rock en español y que éste podía rozar la poesía gracias a Las insólitas imágenes de Aurora. Además, Saúl Hernández suele alzar la voz en contra de las víctimas, no importa cuáles sean sus rostros: los de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez o los de los indígenas masacrados en Acteal. Pocos podrían dudar de que su trabajo con Amnistía Internacional para hacer públicas algunas de las muchas injusticias que ensombrecen a este país, va más allá de una simple estrategia propagandística. Sin embargo, él prefiere utilizar con cautela los términos:
«Como activista me falta mucho todavía; soy apenas una persona que hace un ejercicio de la preocupación, pero veo que hay cosas que todavía no cambian. Veo que los puntos álgidos que se están dando ahorita, espero que no sean nada más eso: legitimizar un gobierno, sino que sean realmente un punto que abre un oscurantismo en el que hemos estado por muchos años, donde muchos actores de la política tendrían que estar en una silla de juicio y ser encarados por la sociedad».
Con respecto a las tan anunciadas reformas que ha emprendido y emprenderá este nuevo gobierno, Saúl Hernández también tiene una opinión, que por cierto, lo lleva de vuelta al tema de la violencia contra las mujeres:
«Creo que las reformas tendrían que pensarse también; una reforma jurídica, porque muchas leyes están como perdidas. Sobre todo por toda esta desgracia que hemos estado viviendo con las mujeres, que no es posible que en algunos lugares sea » más importante para las leyes robarse una vaca que violar a una mujer. Es simplemente inaudito. No puede pasar. Es un ejercicio de fondo, no de forma, y creo que también es un ejercicio donde todos como sociedad creo que tenemos que participar».
En un medio día de marzo, con el sol entrando sin reservas por los enormes ventanales del lobby de la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario de la UNAM, Saúl concede entrevistas para hablar de sus conciertos en distintos espacios de la Universidad, como parte de la gira ¡En contacto contigo!, cuyo objetivo es llevar la música a los recintos académicos. Durante las dos primeras semanas de marzo, el Jaguar Mayor se está presentando en las Prepas 2, 4 y 8; la Escuela Nacional de Artes Plásticas, las Facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Contaduría y Administración, de Estudios Superiores de Iztacala, y de Estudios Superiores de Aragón. El magno concierto será precisamente el viernes 8 de marzo en ésta, la Sala Nezahualcóyotl.
Después de varias horas de intenso trabajo (una sesión de fotos la noche anterior y una larga jornada de entrevistas que comenzó desde el amanecer) Saúl se ve cansado; tiene los ojos ligeramente enrojecidos y enmarcados por unas discretas bolsas, de esas que a veces no se sabe si preferir a las ojeras. Sin embargo, sonríe, y le sale natural; parece que su voz suave proviene de una gran experiencia en el trato con la prensa, pero también se nota que ésa es su tesitura, que así, con esa calma que se parece mucho a un estado de paz, transita por la vida.
Sin rubor (¿por qué habría de tenerlo?), reconoce que le emociona mucho tocar en la UNAM, a la que no pudo asistir porque desde muy joven se decidió por la música.
«Quizá esa fantasía o sueño que alguna vez tuve, ahora se está haciendo realidad de otra manera, compartiendo espacios y estando con los jóvenes».
Y con evidente emoción, habla del primer concierto:
«Empezamos ayer en la Prepa 4, y fue espectacular. Estaba a reventar el foro y más espectacular es que son jóvenes de 15 años. Yo ya cumplí 49 ahora el 15 de enero», dice, ahora sí con un asomo de rubor en el rostro, y luego prosigue: «y ver que no hay una brecha generacional, que no hay tiempo, es estar con ellos y sentirnos más vivos que nunca. Fue muy impresionante, por la conexión que hay. Acabé agotadísimo. De veras, estamos acostumbrados a tocar tres horas, giras por todas partes, y ayer era como si los jóvenes absorbieran cada segundo, y era maravilloso».
Hablar de música es, sin duda, lo que más entusiasma a Saúl, el Caifán, el Jaguar. No es difícil imaginarlo como un niño inquieto, de grandes y redondos ojos negros, en la casa donde creció, en la colonia Guerrero, escuchando por primera vez lo que habría de trazar el camino de su vida:
«La música es una herramienta de cambio. Me pasó a mí, y veo que sí es una herramienta muy poderosa que te puede sugerir y estimular para inspirarte a hacer cosas, o no hacer cosas también. Creo que la música es ese punto, insisto, ese puente, más bien, de comunicación donde puedes llegar a, no a aislarte, sino a reforzarte. A reestructurar tu forma y alimentar tu esencia. Y a ser claro. A decir: «estoy de acuerdo, o no. No me parece esto que estás haciendo. No es lo correcto». No importa, pero sí es una herramienta donde puedes desahogarte, puedes pensar, te puede cobijar. Ya cada quien la tomará de acuerdo a sus necesidades y sus pensamientos y su filosofía, sus circunstancias. Pero para mí sí lo es, sí lo ha sido toda la vida. Así conocí las primeras canciones, la de Sacco y Vanzetti, que cantaba Joan Báez (Saúl se refiere a Here’s to you, una canción inspirada en los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, condenados a muerte en Estados Unidos)… Mi padre la tenía en la casa, y la ponía y lo veía hacer un gesto extraño, y yo pensaba «¿qué pasa?». Fue la primera vez que escuché la palabra injusticia. Y estaba muy chico, pero me movió mucho».
Saúl hace una pausa un poco más larga en la conversación. De pronto, sus ojos cansados adquieren un brillo inusitado, con el poder de un estallido, cuando un recuerdo llega a su mente, y se apresura a compartirlo:
«¿Y sabes qué? Tuve la oportunidad, después, en un aniversario de Amnistía Internacional, de estar con Joan Baez y decirle: «No sabes que por ti hago lo que hago»… Fue algo muy hermoso».
Con este recuerdo termina la conversación con el Jaguar. Por un momento, parece que una ráfaga de viento que ha entrado de pronto, se lleva, junto con sus pasos de piernas largas, largas, las palabras de Joan Baez:
Here’s to you Nicola and Bart
rest for ever here in our hearts
The last and final moment is yours
That agony is your triumph
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