Historias de crueldad: En defensa propia
Por Celia Gómez Ramos
VII.
Este mundo no es de belleza, sino de inteligencia. De paciencia y de dominio. Control, todo se reduce a eso. Aunque en ocasiones el desboque sea terriblemente necesario, y el desenfreno camine, corra y anuncie desastre.
Las emociones se sublevan. Una cree que las controla, pero no, son ellas las que dominan, por eso somos capaces de los extremos, todo depende, de saber tocar las fibras: las de otros, las personales.
Entonces, lo primero que debo tener, es memoria. Registrar y retener los datos. No olvidar, buscar recordarlos hasta volverlos conocimiento. Hasta lograr que en una situación determinada, estos registros funcionen como instinto, solo para la supervivencia.
Rememorar las reacciones, las palabras; ejercitar los movimientos corporales que comunican, las pautas de conducta, en uno mismo y en los otros.
Una vez con la técnica bajo control, desmenuzada y domesticada, solo resta saber bien qué es lo que quiero. Abrió los ojos en la obscuridad, se hallaba atada.
