Imagina un niño de clase media que crece en Cádiz, en plena Andalucía.
Su familia es conservadora; describe a su padre, ultra religioso, como “el acorazado Potemkin”.
Lo mudan a Huelva, y ahí el joven Pablo se enamora del teatro. Y esta circunstancia cambiará su vida para siempre.

De ahí a Barcelona y luego a Madrid, Pablo Carbonell vivirá la Movida sin un hogar fijo, en la marcha de noche y durmiendo en el metro durante el día, seguirá haciendo teatro callejero y conocerá a personajes clave de la vida nocturna de ese Madrid de los ochenta, como Alaska (Olvido Gara, antes de Dinarama) y Joaquín Sabina, que escuchará a su banda y los recomendará con Ariola, su casa discográfica.
En ese ajetreo nacieron Los Toreros Muertos. Y ésta es la historia que el niño gaditano (que se vio obligado a perder su acento andaluz porque no lo contrataban en ningún lado) decidió contar en El mundo de la tarántula (Blackie Books, 2016), que pronto llevará al teatro:
“Cada vez que recuerde a mis novias, o recuerde a mis maestros o recuerde a la gente que me ha aportado, y me emocione, y voy a conectar con mis amigos desaparecidos a través de canciones, de sus canciones o de las canciones que me evocan su presencia , y los sienta conmigo, seguiré haciéndolo».
Ve la entrevista completa que Pablo Carbonell le dio a La Libreta de Irma aquí:
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