Por Gabriela Pérez
Estaba parado, descalzo sobre la arena bajo la palapa de palma donde algunos turistas se habían dejado caer sobre sillas con la vana esperanza de protegerse del sol. Ni sus pies, ni, desde hace mucho su mente, eran ágiles … El azul de su camisa armonizaba con los tonos del cielo del verano. También sus hombros y omóplatos perforaban la tela por las desgarraduras como flacos peñascos, como las de aqués hombre con pantaloncillos cortos color rojo. Sus ojos de animal enfermo y las orejas alargadas y un poco puntiagudas, enmarcan el gesto obstinado e inoportuno de los que se creen ídolos arcaicos, esos que aparecen a los jóvenes en libros de texto y a los visitantes de museos. De su boca completamente abierta, con dientes manchados por el tabaco y tan desalineados como los de quien no se los ha cuidado durante toda una vida, salían quejas inarticuladas pero que los de alrededor se sabían de memoria.
-No está sordo. La palabra y el espíritu le han sido retirados en condiciones tales que a veces envidio, yo. Este se volvió mudo por haber encontrado a las Nereidas desnudas.
Pero la felicidad es frágil, y cuando el hombre o las circunstancias no la destruyen, está amenazada por fantasmas. Nuestros fantasmas no se parecen a sus espectros, pero tal vez son más peligrosos que las almas de los muertos que conocieron la vida, supieron lo que era sufrir. “Las Nereidas de nuestras aguas de asfalto citadino, son inocentes y malas como la naturaleza, que a veces protege y a veces destruye al hombre. Pero una parte de nuestro pueblo cree en sus poderes; existen como la tierra, el agua y el peligroso sol. En ellas, la luz del verano se hace carne y deseo, y es por eso que su vista provoca el vértigo y el estupor. Estas mujeres míticas, verdaderamente fatales son bellas, desnudas, refrescantes y nefastas como el agua en la que se beben los gérmenes de la fiebre; quienes las han visto se consumen suavemente de languidez y de deseo; los que han tenido el atrevimiento de acercárseles se vuelven mudos de por vida, dicen sólo lo que a ellas les convenga o lo que ellas quieren que digan.
“Este hombre inteligente para muchas cosas, no lo es para otras. Salió del mundo de los hechos para entrar al de las ilusiones y se me ocurre pensar que la ilusión es quizá la forma que toman las más secretas realidades a los ojos del vulgo”.

Elda Gabriela Pérez Aguirre nació en la Ciudad de México, el 6 de marzo de 1976. Estudió Química en la UNAM; por pasión, es profesora de ciencias, en el Instituto Escuela y autora de distintos libros de texto, de química y física para secundaria y bachillerado. Conformó parte del equipo de ciencias del Instituto Latinoamericano Comunicación Educativa, como autora de libros de texto y de guiones para Telesecundaria, fue editora de la revista Ciencias, de la UNAM. Participó en la Escuela Dinámica de Escritores de Mario Bellatin y ha conducido el programa Tripulación nocturna de Radio Efímera. Luego de colaborar con la editorial Taller Ditoria en el área de difusión y promoción, fue fundadora y editora de Auieo ediciones y de Los Libros del Sargento.
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