Por Irma Gallo
Cuando Jane Austen publicó Emma, muchos (incluidos grandes escritores de la época) no le dieron crédito. Pensaron que se trataba de una obra menor, pasajera, que no tendría trascendencia literaria.
Según John Mullan, crítico de The Guardian, DH Lawrence la calificó como una novela “inglesa en el mal, mediocre y snob sentido de la palabra”, mientras que Vladimir Nabokov afirmó “No me gusta Jane … Nunca podría ver nada interesante en Orgullo y prejuicio.”
A pesar de las opiniones del creador de Lolita y del de Lady Chatterley con todo y amante, Jane Austen transformó la manera de escribir con Emma, al introducir el estilo indirecto libre, que Mullan define como la manera en que «un escritor impregna una narración en tercera persona con los hábitos de pensamiento o expresión de un personaje de ficción”. Un fragmento que podría ayudar a comprender mejor a lo que se refiere el crítico de The Guardian con esta definición es el siguiente:
“Emma sólo comprendió cuánto dependía su felicidad de ocupar el primer puesto en el corazón del señor Knightley, de ser objeto primordial de su interés y de su afecto, cuando temió haberlo perdido”.
Otros escritores antes de Austen utilizaban la primera persona (lo que permitía al lector conocer los pensamientos y la vida interna del personaje, además de sus acciones), o la tercera, en donde el narrador externo se limita a describir las acciones de los personajes, sin aventurarse en sus pensamientos.
Según Mullan, Austen logró combinar milagrosamente estas dos maneras de escribir, que ya había empezado a desarrollar en Sentido y sensibilidad, pero es hasta Emma cuando alcanza su madurez.
Más adelante, el colaborador de The Guardian lo explica de este modo: “dobló la narración a través de la lente distorsionada de la mente de su protagonista”.
Su compatriota, la también novelista y ensayista Virginia Woolf escribió que si Jane Austen hubiera vivido más y escrito más, “habría sido la precursora de Henry James y Marcel Proust”.
En diciembre de 2015 Emma cumplió 200 años de haber sido publicada. El crítico de The New Yorker, David Denby, escuchó el audiolibro de la novela de Austen mientras se recobraba de una cirugía oftálmica. Aunque ya la había leído, esta nueva manera de apropiarse de la historia, por medio de la narración de los actores, le permitió recordar el manejo de la ironía en los diálogos escritos por Jane Austen; “una ironía que nunca envejece, nunca pierde su filo crítico feroz”.
Es un buen momento de releer Emma. Porque más allá de si el lector se llega a sentir o no identificado con esta chica rica, independiente y, hasta cierto punto manipuladora, como la describe Mullan: «una mujer joven que se engaña a sí misma, ociosa y con el poder de entrometerse en la vida de sus vecinos”, la técnica narrativa de Jane Austen sobrevivió el paso de los años, incluso después de dos siglos.
Alianza Editorial celebra sus primeros 50 años de vida con una edición de bolsillo de Emma, que ya puedes encontrar en librerías.
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