«Escribo novela negra porque es una literatura viva, que cuenta lo que nos rodea y sus personajes suelen ser gente de a pie».
Alicia Giménez Bartlett
Por Magdalena Carreño
¿Quién es el asesino? ¿Cuáles fueron los motivos para cometer el crimen y cómo lo hizo? Son algunas de las preguntas que han atrapado a miles de lectores con diferentes personajes, atmósferas y tramas. Durante muchos años la novela negra había sido vista como menor en la literatura debido a estructuras muy marcadas.
Hace una semana se llevó a cabo, en la Ciudad de México y San Luis Potosí (SLP), «Huellas del crimen» Primer Festival Internacional de Novela Negra, organizado por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura.
El encuentro tuvo como sedes el Museo Tamayo y el Centro de las Artes de SLP. Tuve la fortuna de asistir del 17 al 19 de junio a la Tierra Potosina y aunque, he de confesar, no conocía mucho del género me maravilló ver el interés que convocó, al menos gente de 24 estados del país se dio cita para escuchar las charlas de Bernard Minier, Federico Axat, Val MacDermid, Sarah Hainsworth y Mari Hannah, así como de los mexicanos Élmer Mendoza, Bernardo Esquinca, Iris García, Cristina Rivera Garza y Joserra Ortiz, entre otros. Además, se llevaron a cabo talleres, una exposición y presentaciones de películas dedicadas a este género.
Raymond Chandler en su ensayo El simple arte de matar, define varias características de este tipo de novelas que engloban al crimen, los policías y detectives. Sin embargo, desde hace años existe una evolución en este género, la cual implica no sólo temas nuevos que tocan la realidad como el secuestro y nacotrafico, sino que involucra perfiles psicológicos más complejos en los personajes que se desarrollan.
Patricia Highsmith, Agatha Christie, Stieg Larsson, Henning Mankell y Dashiell Hammett son algunos de los grandes autores que han trabajado este tipo de literatura, instaurando o cambiando sus patrones. Actualmente, este género también se ha relacionado íntimamente con la novela gráfica, un claro ejemplo de ello es Sin City, de Frank Miller.
Piedra angular de las novelas de detectives en México es Complot Mongol, de Rafael Bernal, un retrato oscuro de los barrios bajos de la Ciudad de México que confabulaciones políticas con alcances internacionales.
“En México, como sabemos, el santo patrono de la novela negra es Rafael Bernal con ese clásico indiscutible que es El complot mongol, que se publicó a finales de los años sesenta y que, te lo puedo afirmar, todos los que nos dedicamos a hacer novela policiaca en México hoy en día le debemos algo a Rafael Bernal, y siempre lo tratamos de imitar y nunca lo igualamos”, comentó sobre esta obra en una entrevista para Frente el escritor Benardo Esquinca.
Sin embargo, poco a poco más allá de imitar, los autores mexicanos van trazando su camino por este género, muestra de esto es que las editoriales han abierto colecciones dedicadas a él como Almadía Negra (Almadía) o La Puerta Negra (Océano).
El Centro de las Artes de SLP fue un centro penitenciario desde su inauguración en 1890 y hasta 1999. Todavía quedan rastros de ese pasado en espacios que aún no se rehabilitan, sin embargo esperemos que estos sean de nuevo escenario para recibir a Huellas del Crimen en sus próximas ediciones y así conocer a las voces que están generando las nuevas historias negras.
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