Por Irma Gallo
(Foto de portada: imagen de Freaks, de Tod Browning. 1932)
Después de una función de circo en Parras, Coahuila, en 1995, Juan Borrado, el escapista, desaparece ante la mirada incrédula del viejo mago El Gran Padilla que por primera vez no sabe cómo traerlo de vuelta.
Años después, en otro escenario, esta vez en San Lorenzo, de la Niña, una especie de santa venerada por el pueblo, sólo ha quedado un pedazo de tela quemada. Dice un lugareño que había ido a buscarla Juan Borrado para llévarsela. “Yo crecí en el campo de Coahuila y era muy común ver, sobre todo en el municipio de Parras, en donde mucho tiempo vivió Francisco I. Madero, que fue presidente pero era también espiritista”, dice Vicente Alfonso, “ahí es posible ver mucha gente que tiene visiones y que tiene un contacto continuo con espíritus y la verdad es que uno se acostumbra a este tipo de diálogos. Todas estas prácticas inciden en las decisiones cotidianas de la gente, y dije: si quiero retratar mi tierra, tiene que estar esto”.
En Torreón un hombre es asesinado en una taberna. Es el 20 de mayo de 2001, el mismo día que el Santos Laguna se disputa su segundo campeonato. Es tal el alboroto que nadie se da cuenta del momento en el que Farid Sabag, que momentos antes discutía con un joven por una pintura, es asesinado. Pero uno de los gemelos Ayala será condenado por este crimen.
En las atmósferas que pueblan los personajes de Huesos de San Lorenzo (Tusquets, 2015), de Vicente Alfonso (Torreón, 1977), hay ecos de American Horror Story: The Freak Show y del género gótico, tanto en el cine como en la literatura. Parece que una película en sepia se proyecta a los ojos de quien se atreve a leer esta historia, situada en la Comarca Lagunera.
“Estuve tomando elementos de muy diferentes ámbitos y de muy diferentes géneros”, dice el escritor y periodista. “Sin pretender etiquetar la novela, lo que digo siempre es que bueno, uno como lector, en mi caso, me gusta tomar de diferentes géneros. Y no nada más novela; incluso poesía, crónica, teatro, ensayo, cuento, por supuesto. Y entonces, el resultado tiene que ser, por fuerza, variado”.
En los gemelos Rómulo y Remo, pero también en Juan Borrado, el escapista, y por supuesto en la Niña, hay una deformidad que si no física, sí recuerda a la de los personajes de Freaks, la película de 1932 de Tod Browning.
“El tema de Freaks, lo sabemos al final de la película, es lograr la aceptación”, dice Alfonso. “Porque al final todos somos freaks. Hay una frase muy certera de Enrique Serna que dice, en Fruta Verde, el mundo está lleno de monstruos felices”.
A Vicente Alfonso nadie le tuvo que contar cómo es vivir como una especie de monstruo ante los ojos de los demás, como les sucede a los protagonistas de su novela: Rómulo y Remo Ayala. Por eso, la historia que narra en Huesos de San Lorenzo tiene mucho que ver con la suya.
“He crecido con el fenómeno porque tengo un hermano gemelo. La novela trata de hermanos gemelos. Eso es lo que me llevó a mí a tratar de escribir esta novela: a poner algo sobre la mesa pero no visto desde afuera, sino el fenómeno visto desde adentro”.
La vida de Rómulo y Remo es una contradicción permanente: parece que se odiaran, pero al mismo tiempo no pueden vivir uno sin el otro. Sin embargo, llegará el momento en que uno de los dos instintos básicos vencerá al contrario, y alguien saldrá muerto.
“Cuando escribí esta novela estuve un buen tiempo en Estados Unidos haciendo una residencia; otro tiempo en Buenos Aires donde mi esposa, la escritora Iliana Olmedo, tenía que hacer una residencia, con la fortuna de que los argentinos tienen muchísima bibliografía de psicoanálisis de gemelos”, cuenta el también autor de Partitura para mujer muerta (Literatura Mondadori, 2008). “Y entre las encuestas y entre los tratados que estuve consultando encontré uno que me llamó mucho la atención porque rescataba líneas de Freud. Decía: es que uno no puede sentir que una pareja de gemelos se disocia hasta que aparecen instintos asesinos en uno de los dos.»

Desde su experiencia, Vicente Alfonso lo explica así: “Eso es muy fuerte porque uno lo puede leer desde afuera y dice: bueno, ¡instintos asesinos!, pero si uno lo lee, y está en la situación, quiere decir que tienes que irte hacia el otro extremo: saber que conviviste nueve meses en el vientre de tu madre con alguien, que has crecido con alguien y que tienes que llegar al límite de querer matar, por lo menos simbólicamente al otro. Era lo que yo tenía que hacer con el libro, para no hacerlo en la vida real”.
Por si estos elementos no fueran suficientes para crear la una novela negra con una trama compleja, Vicente Alfonso incluye a la Guerra Sucia de los setenta en México para enmarcar la historia de Rosario, la madre de los gemelos:
“Es una herida abierta. Si vemos conflictos como, por ejemplo, Ayotzinapa, es una población muy pequeña pero que está ligada a una tradición de guerrilleros, luchadores en ese sentido. Y solemos, en ocasiones, caer en la tentación de pensar que eso es el pasado del país, pero es un pasado que se vincula directamente con el presente: México es un territorio que por desgracia sigue siendo muy violento y la novela también es una exploración de cómo esos fantasmas del pasado vuelven a cada rato. Tratamos de archivarlos y realmente se aparecen a cada paso”.
Huesos de San Lorenzo acaba de ser traducida al italiano y publicada en Italia.
Huesos de San Lorenzo
Vicente Alfonso
Tusquets, 2015
233 páginas.
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