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La palabra de Gabriela: Constelación silenciosa


Por Gabriela Pérez
“Nuestro vientre es la tumba de los ríos y de los bosques”. Sin cesar Venus y Marte se sostienen, se abrazan y se desgarran. Es interesante observarte admirar esas imágenes, las ves como yo a ti, dijiste. Yo sin buscar en tu rostro la respuesta, bajé la mirada preguntándome lo que podía ofrecerte mi cuerpo. Sucedió de súbito. Tu mano derecha en mi costado izquierdo. Se tocaron después nuestros rostros. Cerré los ojos porque tras la cortina de los párpados los sonidos, los aromas y todo lo que siento, se amplifica. Mi lengua se paseaba por la tuya. Mi pecho palpitaba como lo hace el de un pájaro, uno pequeño, de esos que son tan rápidos que parecen quietos. ¿Era alto ese lecho o flotaba yo al ir quitando obstáculos y tenerte en mi regazo? Me sostuve en ti, me embriagué de tu abrazo. Después de la eyaculación estuvimos ambos cansados y olvidadizos. Me convertí entonces en una gata postrada. Mirándote sin pudor pero con espanto.

Una pequeña muerte de la que no quería huir. Adormilada, vencida, sin fuerza en esa noche que no apunta hacia el día, que transformó ya mi mundo en un abrazo. Cada noche en mi universo es un mundo. En ese, contigo, mi deseo cae íntegra y súbitamente, me recuerda que desbordo violencia en el goce, que soy una bestia carnívora. Escupo fuego y tu fluidez me apaga. Algo se mezcla, algo sucumbe. El éxtasis se adhiere a la sensación de lo irrevocable, confina mi deseo de llorar, pero grito, todo el tiempo.

Tras la tormenta el mar se aquieta. Una terrible calma emerge en el seno de la turbulencia. Inmóviles en la oscuridad, aferrados al estruendoso brillo de los ojos del otro. Bebimos vino en el vaso de la otra boca. No te deseo para aliviar un espacio en mi “lista de pendientes”. Te busco como mi versión de artificio neurológico creador de imágenes, cuadros en movimiento, narraciones, fantasía. Busco un rapto del abismo. Los cuerpos que se han abrazado recobran al dormir la imagen invisible. ¿Volvió una a ti cuando dormiste con mi abrazo a la distancia?

En la Iliada, Belerofonte “objeto de odio para los dioses, vagaba solo, sobre la llanura de Aleion, el corazón devorado por la pena, evitando las huellas de los hombres”, comía su corazón. La autofagia del cuerpo es una cruel estrategia del alma. ¿Soy una especie de fémina Narciso al que su reflejo devora?

Filoctetes es un héroe famoso por su arco y flechas, objetos que le habían sido entregados por Heracles como agradecimiento por haber aceptado encender su hoguera cuando decidió morir. Aunque partió con los buques griegos para participar en la guerra de Troya, una serpiente le mordió el pie, y de su herida salía un olor tan intenso que los jefes griegos no pudieron soportarlo. Ulises los convenció de abandonarlo en una isla desierta. Se recuperó y acudió a la guerra, su arco mitológico disparó la flecha que acabaría con la vida de Paris. Decían que Parrhasios había logrado su obra maestra con su Filoctetes. El sufrimiento era tal en el cuadro de Parrhasios que era obvio que “ya no conocía el sueño”. Pintó “una sola lágrima” fija en el ojo seco. No hay lágrimas fijas en mis ojos, no hay arco ni flechas. Estoy yo.

Séneca escribió: “No hay animal más sombrío que el hombre”. Séneca es la delgadez ardiente, depresiva, obsesionada por el lenguaje y el poder. Parece que no, pero sé, reconozco que busco mi dicha en el festín y en el desenfreno de la lujuria. Lo hago también en ocupaciones ostentosas y vanas del estudio o del trabajo, que no curan nada pero alimentan mucho. Lo has descubierto ya, soy ambiciosa, quiero contenerlo todo. Necesito comida, placer erótico, ciencia, arte, gozo y dolor.

Con la melancolía la atracción por la noche, el odio al entorno, el hundimiento en el terror por nada, viene a veces el asco al coito. ¿Me tuviste asco?¿Tú qué eres bueno con ellas, puedes ver a través de mí las sombras que me hacen?

Sí, la vida tiembla de luz contra un fondo de muerte.

No solamente el coraje o la desgracia inspiran la voluntad de morir: “el asco o la monotonía de la vida pueden hacerlo”. Voy siempre a contracorriente, extingo el patético y pasivo sufrimiento de las cosas antes de devorarlas. Son naturalezas calladas pero no se trata solamente de silencio, no es la incapacidad de hablar sino el aprendizaje de escuchar y aprehender como no se puede sin dejar de hablar. Así es la fascinación: lo que precipita en la muerte para escapar de la angustia que ocasiona. El deseo es el miedo.

El placer vuelve invisible lo que quiere ver.

El goce arranca la visión de lo que el deseo no había más que comenzado a desvelar.

No sé cuáles veías, pero dijiste que mis lunares son mi constelación. Hipnotizada por el gesto, fue uno de esos momentos en los que recordé que debo respirar. Inhalé y expiré profunda y repetidamente. No están quietos, se agitan y hablan. No los escucho. Eso que no sé qué es, es para mí una criatura silenciosa.


ELDA GABRIELA PÉREZ AGUIRRE NACIÓ EN LA CIUDAD DE MÉXICO, EL 6 DE MARZO DE 1976. ESTUDIÓ QUÍMICA EN LA UNAM; POR PASIÓN, ES PROFESORA DE CIENCIAS, EN EL INSTITUTO ESCUELA Y AUTORA DE DISTINTOS LIBROS DE TEXTO, DE QUÍMICA Y FÍSICA PARA SECUNDARIA Y BACHILLERADO. CONFORMÓ PARTE DEL EQUIPO DE CIENCIAS DEL INSTITUTO LATINOAMERICANO COMUNICACIÓN EDUCATIVA, COMO AUTORA DE LIBROS DE TEXTO Y DE GUIONES PARA TELESECUNDARIA, FUE EDITORA DE LA REVISTA CIENCIAS, DE LA UNAM. PARTICIPÓ EN LA ESCUELA DINÁMICA DE ESCRITORES DE MARIO BELLATIN Y HA CONDUCIDO EL PROGRAMA TRIPULACIÓN NOCTURNA DE RADIO EFÍMERA. LUEGO DE COLABORAR CON LA EDITORIAL TALLER DITORIA EN EL ÁREA DE DIFUSIÓN Y PROMOCIÓN, FUE FUNDADORA Y EDITORA DE AUIEO EDICIONES Y DE LOS LIBROS DEL SARGENTO.

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Comments (

1

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  1. Pablo Espinosa

    ¡excelente texto! La influencia de Pascal Quignard es una virtud que no se da en maceta. El ritmo, la consonancia, los párrafos de una línea, la intensidad. Gran texto, muchas felicidades

    Me gusta

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