Por Irma Gallo
Tengo 44 años, casi 45. Nací bajo el signo solar de Sagitario, el 29 de noviembre de 1971.
Quizá por eso amo viajar. La posibilidad de ver otros espacios, conocer gente nueva, comer otro tipo de comida me llena de emoción.
Soy periodista y a veces pienso que el periodismo me eligió a mí porque yo quería ser actriz; de hecho lo fui durante algunos años, hasta que Luis de Tavira decidió que yo «no servía para eso». Hoy le estoy tan agradecida que no tengo palabras.
El caso es que, con el corazón y la autoestima rotas, decidí entrar a la carrera de Comunicación Social en la UAM Xochimilco, pero esa primera vez no duré más que dos trimestres: escapé de casa, le rompí el corazón a mi adorado papá (con quién entonces vivía; mi mamá estaba en Querétaro), me casé y regresé brevemente al teatro.
Una vez más, fracasé. Y mi necedad ahora sí topó con pared.
Después del matrimonio roto regresé a la Ciudad de México, y ahora sí, al periodismo. Con todo. Terminé la carrera en la UAM y casi inmediatamente después entré a trabajar a Canal 22, como reportera de los noticieros que ahí se hacían. En ese 2001 había dos: uno a las 2:30 de la tarde y otro a las 9:30 de la noche.
Gracias a este trabajo he viajado mucho: España, El Salvador, Colombia, Estados Unidos (Los Ángeles), Costa Rica y muchas ciudades de este país. No sé porque el Flickr me falla ahora que busco las fotos, o quizá no las he guardado todas.
El caso es que amo viajar. Aunque, como a todos, los aeropuertos me exasperan, con su cada vez mayor cantidad de gente y su cada vez menor capacidad de atenderla.
Hoy estoy viajando a Guadalajara. Concretamente a la conferencia de prensa del Programa de la Feria Internacional del Libro, la más grande de habla hispana en el mundo.
Escribo esto en el aeropuerto, ya en la sala de abordar, a unos minutos de subir al avión.
La cantidad de gente que hay a esta hora me sorprende. Me pregunto de dónde sale tanta, con necesidad de transportarse rápido (de otra manera probablemente eligiríamos otro medio de transporte) y aparentemente sin problemas para pagar un boleto de avión.
Esto me pregunto mientras me emociona averiguar el programa de la FIL. Una vez más, mi trabajo me trae al aeropuerto, a abordar un avión. A mí, que amo viajar.

Deja una respuesta