Por Magdalena Carreño
Fui una niña muy miedosa, desde aquellos clásicos temores como a la oscuridad hasta algunos un poco más extravagantes como que me producían las calaveritas de azúcar o chocolate o bien, mi idea de que el pan de muerto se llamaba así porque estaba hecho con huesos pulverizados.
Sin embargo, había dos en particular que podían ocasionarme muchas pesadillas, el primero está relacionado con los volcanes (-Mamá, ¿qué pasaría si todos los volcanes de la Ciudad de México se volvieran activos al mismo tiempo?) y el segundo, está vinculado a una historia de Edgar Allan Poe: El entierro prematuro.
A diferencia de historias relacionadas con fantasmas o monstruos, la idea de que no exista nada sobrenatural en El entierro prematuro sino que se trate de una situación producto de un error que le podría ocurrir a cualquiera sin importar su situación social lo hace temible. Recuerdo, mentalmente, ponerme en una situación de ¿qué haría sí me enterraran viva?
El miedo más profundo es aquel que llega con la posibilidad, ¿y si me pasará a mí? Por eso las historias de autores como Ray Bradbury en El país de octubre (Planeta), basadas más en miedos psicológicos que sobrehumanos, se apoderan de la mente del lector. Sus protagonistas son personas carentes de rasgos especiales y lo más terrible puede ocurrir a través de objetos comunes como una jarra o una guadaña.
De entre los monstruos y entes sobrenaturales la figura que más ha llamado mi atención es la del vampiro. Indiscutiblemente la obra más conocida es la de Drácula, de Bram Stoker, sin embargo, este ser se encuentra presente en diversas culturas y ha llenado páginas de la literatura. La antología Vampiros (Random House Mondadori) da cuenta de ello con una selección que incluye a autores como Sheridan Le Fanu, Lord Byron, Nikolái Gógol, Guy de Maupassant y Arthur Conan Doyle, por mencionar algunos.

En muchos casos, la realidad sobrepasa a la fantasía. Alejandra Pizarnik dio cuenta de ello en el ensayo La Condesa Sangrienta (Libros del Zorro Rojo), inspirado en Erzsébet Báthory, aristócrata húngara a quien se le adjudican más de 600 asesinatos de jóvenes para bañarse en su sangre y así detener el inclemente paso del tiempo sobre ella. Inspirada en un trabajo de Valentine Penrose, la escritora argentina detalla de forma casi poética la historia de esta mujer:
«Ella no sintió miedo, no tembló nunca. Entonces, ninguna compasión ni emoción ni admiración por ella. Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable.
(…) Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible».

A veces, los miedos reales se trasladan a metáforas, tal como lo hizo H. P. Lovecraft en sus historias, en ellas la civilización está siempre amenazada y los males primitivos pueden surgir de un momento a otro, Cthulhu se alza sobre la raza humana. Nunca olvidaré la Navidad que pasé aferrada a una de las antologías de sus relatos publicada por Editorial Alianza, de tanto en tanto salía a mirar el cielo para asegurarme que todo estaba bien.
¿Cuáles han sido los libros que les han quitado el sueño? Compartan sus lecturas con @LaLibretadeIrma y @nuitaile

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