Por Irma Gallo
Soledad Alegría tiene tantas contradicciones como su nombre: es una mujer que está cumpliendo 60 años cuando comienza la novela, y que a pesar de haber tenido varios amantes nunca ha podido establecer una relación amorosa duradera. La carne, ingrata, cuando se empieza a caer por la fuerza de la gravedad, es el eje principal de esta novela de Rosa Montero, que cabalga entre el thriller y la historia de amor.
«La protagonista de mi novela, Soledad, cree que todo al final desemboca en el amor y en el daño», dice la autora en entrevista con La Libreta de Irma, una tarde fría en Guadalajara.
«Pero es verdad que el amor, sobre todo el amor pasional que consiste en inventarnos al otro, y sobre todo si está muy anclado en el cuerpo, si está muy anclado en la piel, si está muy anclado en el incendio, en la pasión, en el deseo, pues nos pone en contacto con la parte más oscura y con la parte más herida de nosotros mismos».
Aunque los organizadores de este encuentro me habían advertido que fuera breve, pues Rosa Montero estaba cansada, encontré a la misma mujer extrovertida de siempre, que no se limita en las palabras cuando de hablar de sus personajes se trata.
«Soledad es una mujer que tiene un pasado complicado que se va sabiendo a lo largo de la historia y lo que tiene es una necesidad de amor muy grande».
«Yo quería llevar a construir un personaje así de extremo porque quería pensar y reflexionar un poco sobre cómo se sentiría un hombre o una mujer que llegara a esa edad, a los sesenta, sin haber vivido nunca una historia estable, amorosa y que entonces se planeara la idea, o más bien el dolor de decirse: a la mejor nunca voy a conocer el amor».

La autora de La hija del caníbal habla rápido, apasionadamente: mueve las manos y los tatuajes que adornan los brazos vuelan al ritmo de su emoción.
«Hay muchísimos hombres y muchísimas mujeres que llevan 20 años casados o 30 años casados, o que se han casado siete veces, se han separado y se han vuelto a casar, que sin embargo tienen la misma herida que mi protagonista, la misma llaga ardiente en el pecho, que es la de sentir que no han sido amados en la manera en que querían ser amados».
Pero quizá no todo esté perdido: Adam, un escort, llega a la vida de Soledad justo después de que ella ha terminado una relación con Mario, un hombre casado y más joven. Y a partir de este nuevo encuentro se desatará una trama policiaca con un final que nadie espera.
«Oscar Wilde tiene una frase maravillosa y muy dura pero muy verdadera. Dice: “para la mayoría de nosotros la verdadera vida es la vida que no llevamos”.
Con esta frase, la autora de La loca de la casa se despide. El tráfico afuera de Expo Guadalajara, sede de la Feria Internacional del Libro que se lleva a cabo cada fin de año en esa ciudad, se la traga. Su blusa azul se confunde con la noche tapatía.
La carne
Rosa Montero
Alfaguara, 2016.
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