Por Celia Gómez Ramos
Oscilar o mecerse en los humanos, si lo piensan, es como un elemento básico para lograr la introspección, para desprenderse de aquello que altera. Sin embargo, los humanos no somos los únicos que lo hacemos, también los elefantes.
Olvidar, poner distancia, alejarse del mundo real, de lo que afecta, de lo que atañe, de nuestra existencia…
Ellos, los elefantes, secretan una sustancia que los lleva a recordar, como en sueños, de aquella su vida fuera de cautiverio, cuando vivían en la selva, en comunidad quizá.
Mecerse, es intentar reencontrarse. Recuperarse en lo primigenio.
Los elefantes en cautiverio se deprimen, y la manera de salir de sí y volver al origen es mecerse, por largos periodos de tiempo. Ahí encuentran su fortaleza, su resistencia. No todos pueden… Luego nos dicen que los animales no se suicidan, ¿será acaso que no es suicidio dejarse morir?
Oscilemos, oscilemos todos, humanos y elefantes.

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