La palabra de Gabriela: ¿Puede la melancolía ser un arma?


Por Gabriela Pérez

Luciano de Samosata nació en el punto de máxima gloria del Imperio Romano, un tiempo en el cual un emperador sabio y justo, como Marco Aurelio, debió enfrentar una epidemia traída por las legiones desde Oriente y que hacia estragos en la población similares a los de la Peste Negra.

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Luciano de Samosata

Es en este mundo tan ambiguo donde convivían el éxito económico y la muerte repentina del que Luciano se nutriría.

Aprendiz de abogado y escultor, viviría sus primeros años en un ambiente de cultura y estudios que le permitirían especializarse en sofística. Tras su preparación viajaría recorriendo todo el Mediterráneo y dando conferencias para terminar estableciéndose en Roma como retórico. Fue durante sus viajes que comenzaría a pensar más allá de su mundo, imaginando viajes y travesías hipotéticas increíbles hasta para el pensamiento. Esto se refleja en su advertencia al lector, la cual dice lo siguiente: “Escribo, por tanto, sobre cosas que jamás vi, traté o aprendí de otros, que no existen en absoluto ni por principio pueden existir”.

Por supuesto sin la maestría de Luciano, yo trato de seguir sus enseñanzas, algún día lo lograré. Con ésta premisa él construyó sus Relatos verídicos. El relato comienza con un viaje en barco que, por motivos misteriosos, es arrastrado por un oleaje con crestas extraordinarias hacia la Luna.

Ya en el satélite, nuestro protagonista comienza a ser testigo de sucesos increíbles, sin embargo, es el encuentro con los seres selenitas el de mayor rareza. Estos seres, enigmáticos y llamativos, contaban con algunas de las más extrañas características físicas, como la carencia de un ano y la posibilidad de quitarse y ponerse los ojos a gusto y placer -suceso que impresiona en gran medida al protagonista, y que sería útil a varias personas que conozco-. Así como sus rarezas corporales, las destrezas y habilidades de los Selenitas, eran absolutamente remarcables, como por ejemplo: la habilidad de hilar el vidrio y el metal, pudiendo construir armaduras livianas e impenetrables, y la posibilidad de beber zumos de aire. Durante su estancia en la Luna, además de sorprenderse con los selenitas, logra también presenciar un conflicto astronómico entre el Emperador Selenito y el Emperador Solar.

Menipo de Gádara fue otro de los pioneros de la ciencia ficción, mejor dicho, de la literatura especulativa. En su trabajo El Icaromenipo, el autor describe un fantástico viaje a lomo de águila que zarpa desde la cima del Monte Olimpo. Su travesía lo lleva hasta la Luna donde, con asombro, descubre la existencia de espíritus deambulantes por toda su superficie. Tras una breve estadía, la curiosidad lleva a Menipo a volar hacia el Sol, sin embargo, los dioses comenzarían a sentir un gran rencor hacia el viajero y decidirían destripar sus alas quitando así su águila. Por lo que Menipo sufre el destierro.

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Menipo de Gádara, por Diego Velázquez

Por supuesto, el viaje a la luna resulta una efectiva forma de cambiar nuestra realidad. Lo sería también poder viajar en el tiempo, como en Primer, estupenda película de ciencia ficción de 2004 sobre un descubrimiento accidental del viaje a través del tiempo. El filme fue escrito, dirigido y producido por Shane Carruth, matemático y ex ingeniero, quien con un presupuesto de $7.000 dólares nos hace preguntarnos ¿Y si existiera la máquina del tiempo? ¿Y si un minuto no tuviera 60 segundos? ¿Y si nuestro mundo fuera sólo un universo paralelo? ¿Y si existieran más dimensiones? Las mismas preguntas nos las hemos al ver el cuarto capítulo de la última temporada de Black Mirror, que nos recuerda que muchos seguimos atrapados en la década de los años 80.

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A grandes rasgos, San Junipero propone un futuro donde exista una alternativa a la muerte en forma de realidad virtual. Una realidad virtual que recree décadas pasadas, y a la que el usuario pueda acceder también en vida, por un tiempo limitado, siempre y cuando la enfermedad que le aqueje sea terminal. Se plantea un romance entre (los avatares de) dos ancianas en unos años ochenta, icónicos y de ensueño.

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Black Mirror. Episodio: San Junipero

Los aciertos de San Junipero son muchos: la subversión de establecer un romance entre dos mujeres mayores, de diferentes razas, en un contexto del pasado; el debate filosófico que genera su reflexión sobre vida, muerte, duelo y lo inédito de su “final feliz” en el contexto de la serie.

Si hay algo de San Junipero que me llame especialmente la atención es la representación de la imagen que las películas norteamericanas nos ha dado de los ochenta. La realización del capítulo incide en ello constantemente: no sólo la música, los decorados y el vestuario nos devuelven a esa década, sino también el tempo y los movimientos de cámara. San Junipero, por momentos, parece haberse rodado en 1987.

¿Hemos idealizado los ochenta hasta convertirlos en el nuevo cielo cristiano?
¿Es el tiempo pasado el único lugar que encontramos confortable?

La melancolía, en el universo de San Junipero, lejos de ser una enfermedad, es vista como remedio.

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Black Mirror

No es casualidad que sean los ochenta, y no otra época, donde se encuentren –tengan sexo, se enamoren, y pasen juntas la eternidad- las protagonistas de San Junipero. Esa década es aquella por la cual más personas de mi generación se siente apelada. Incluso aquellos que no han vivido ni remotamente en ella, pero que también fueron víctimas colaterales de las reposiciones televisivas.

A esta nostalgia transversal, por un lado, hay que sumarle una crisis que afecta a los creadores actuales: la imposibilidad de proyectar en su obra mundos futuros. “Si quieres una estética que aguante tiene que ser vieja, porque no puede ser de otra manera”, declaraba, en una entrevista, el ingeniero y agente cultural Raúl Minchinela. La estética del futuro estaba obligada a ser, según sus propias palabras, “una estética retro”.

Así, a un nivel puramente argumental, recrear los ochenta no parece un capricho del equipo de Black Mirror, sino más bien su manera de construir un tratado -como en el resto de episodios- sobre las carencias y fallas que tenemos, tanto de forma individual como colectivamente.

Pero, por encima de todo, la grandeza de San Junipero radica en su autoconciencia. A saber: la tecnología futurista de la serie permite a sus protagonistas abandonar la miseria y sumergirse en un mundo de máquinas recreativas, ropa vintage, y sintetizadores machacones. Si Black Mirror ya ha generado pesadillas con sus metáforas sobre Facebook, Twitter o Instagram, la serie tenía una cuenta pendiente con el gigante de la televisión a la carta que salda con San Junipero.

En este sentido, cabe remarcar que Netflix cambió la forma que teníamos de ver series. Tras suscribirte a Netflix, se imponen por defecto, los episodios se reproducen uno detrás de otro, promoviendo el binge-watching o atracón audiovisual. De esta forma, las semejanzas entre la inmersión que supone encadenar episodios en Netflix y el espacio virtual del cuarto capítulo de Black Mirror no son anecdóticas: San Junipero, así, habla de nosotros viendo San Junipero.

Tampoco es un detalle menor que se mercadee con la nostalgia vista como tristeza melancólica de forma tan diáfana. La plataforma está siendo capaz de crear una nueva forma de consumir series, sí, pero no consigue trascender lo icónico sin echar, necesariamente, la vista atrás.

La melancolía de espacios, situaciones y tiempo, puede ser un arma; apelando a que ya no se lee a Luciano, Menipo y a muchos otros, Black Mirror, en este episodio, sólo se ha encargado de recordárnoslo. La pregunta que deberíamos hacernos es, en todo caso, quiénes la empuñan y qué están dispuestos a hacer con ella.

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Comments (

2

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  1. gabdelda

    ¡Te quiero y admiro tanto mi Paty hermosa!
    El texto de esta semana lo hice pensando en ti y en otra persona, que tú bien sabrás quien es. ¡Te extraño! Te irá genial en ese encuentro doctoresco 😉

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  2. Patricia Duarte Snchez

    ¡¡¡Amiga!!! buenísima la entrega de esta semana. Claro que puede ser un arma porque ahora la melancolía-tristeza se ha convertido en melancolía-vacío y tu lo planteas muy bien cuando dices que se «mercadea con la nostalgia vista como melancolía». El arranque es enigmático y pasar por Primer ¡genial! Cuánto adoro esa peli. En fin satisfecha como todas las semanas de leerte y siento además que es una forma de estar contigo. Amiga Querida como te decía ayer, saliendo del entuerto doctoresco nos vamos de parranda.

    Te quiero y SIEMPRE TE EXTRAÑO

    patricia

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