Por Gabriela Pérez
Tiene una imaginación portentosa. Todos aquellos que lo conocemos, respetamos y admiramos, sabemos que le esperan montones de aventuras por conquistar. Pero, ajeno a su voluntad, el pequeño cuerpo de mi Santi, se niega cerrar el abismo entre él y sus compañeros de juegos, que somos de diferentes edades y formas de pensar. Él permanece atrapando en su cuerpo de niño, bañando con sus pensamientos inocentes y vertiginosos a los mitos con los que nosotros hemos crecido y que él ha bebido y ha transformado quitándoles las máscaras. Aprende a descifrar los códigos que rigen el mundo adulto mientras, forcejea arduamente para escapar de la trampa de la madurez.
La memoria nos hace, forma el total de lo que somos, percibimos e interpretamos. Nuestra memoria no es sólo un fragmento de lo que vivimos, es un espacio abrigado en su contexto.
Derivado de eso, puede haber personas con atención abierta a lo interesante, dando como resultado que lo que pase se viva como experiencia asombrosa. Para mí es extraordinario que, a sus cuatro años, Santiago me enseñe a mí, con 41, a rehuir de los eufemismos. Entiendo con él la acepción de la palabra magia cuando lo observo amansando situaciones. Se balancea suavemente –dejándome seguir sus pasos-, entre los diferentes instintos y sentimientos que alberga. Quiero recuperar la tranquilidad cuando me descubro incapaz de distinguir las formas de las nubes australes del amanecer, de no poder compararlas con las vetas del libro que recuerdo haber leído alguna vez, con las manchas de la tinta tatuando la página de la carta que con tanto amor escribí, pero que como nunca entregué, conservo con mis preciados tesoros. Me permito estar asustada por la espuma que ha levantado del río el remo púrpura que fabriqué.
Soy recelosa de mi negativa a aceptar las pruebas de que el editor, e incluso la joven, bella, mentirosa e irrespetuosa joven que se ha acomodado en su vida, son personas desleales y deshonestas. Ayuda el hecho de que son hechos, comprobables por muchos, y no opiniones, lo que sustenta la necesidad de cambio de postura. Me permito entonces también ser compasiva, dulce y empática con esos que son los ejecutores de la destrucción de mi sueño y de mi tierra. Es fundamental no perder de vista nunca mi propia participación en la faena.
Para que haya aprendizaje tiene que haber memoria. Sin embargo, sólo con memoria no llegamos a ningún lado. Está el gran Funes recordándonos que es necesario, de igual manera. El olvido. Como saben, hay diferentes tipos de memorias. Las hay de corto y largo plazo. La memoria sensorial suele ser de largo plazo. Recordamos la voz de nuestra madre, la risa de nuestros hermanos, el sabor de una rebanada de mango o el de una rebanada de pan con aceite y especias. Vean donde vean, pueden recrear los colores de la niña de sus ojos, porque la recuerdan. Para que la memoria llegue a ser de largo plazo, debe pasar primero por el proceso de consolidación. La memoria de corto plazo vendría a ser la memoria de trabajo. Parece estar relacionada con el lenguaje. Parece ser más fácil aprender una serie de letras con un significado que una serie de letras agrupadas al azar.
Sabemos que hay ventanas temporales durante la cual, la memoria es susceptible de romperse o quedar intacta. Así, una memoria consolidada puede ser reactivada luego de periodos de reconsolidación. Y aunque aún no entendemos cómo, las bases genéticas y bioquímicas son diferentes en los procesos de consolidación y reconsolidación. Al descubrirlo, aportarían tratamientos farmacológicos para compensar las fallas que se produzcan en la memoria.
Llama la atención pensar qué es entonces la memoria. Nuevas neuronas, síntesis de proteínas, conexiones diferentes entre las células. Evoca tiempo, al igual que el proceso de aprendizaje no es continuo, sino que hay ventanas en las que se puede interferir en la memoria. Si la memoria fuese lábil todo el tiempo, sería demasiado susceptible. Viviríamos en el intermedio exacto entre “Memento” y “Funes”.
Es posible que haya zonas del cerebro en donde se almacenan determinadas memorias y es posible que haya otros aprendizajes que se distribuyan por áreas diferentes. ¿Es la memoria un conjunto de células capaces de guardar información?
Si sacamos neuronas del hipocampo y las dejamos vivir manteniendo su sinapsis, es posible estudiar la base celular del aprendizaje. Si estimulamos una célula, y luego a otra, la respuesta en la segunda neurona puede ser mucho mayor. El efecto de este mecanismo, conocido como potenciación a largo plazo (PLP), puede mantenerse por semanas.
La PLP va acompañada por cambios estructurales en las neuronas. El número de conexiones entre las dos células aumenta luego de la estimulación. Para que pase la información de una neurona a otra, se libera un neurotransmisor, que interactúa con receptores postsinápticos. Curiosamente sabemos esto de la memoria, por la falta de ella, la amnesia. Así como hay varios tipos de memoria, hay varios tipos de amnesia.
La memoria no es sólo selectiva, sino que a veces el entorno impone qué es lo que se puede recordar y qué no. Aparentemente, la memoria es capaz de guarda una serie de datos en la conciencia, lo que define nuestra atención. No es de “muerte natural” como muere un amor genuino. Un pasado que damos por hecho y que por tanto el cerebro agrupa en sus memorias. ¿El cerebro tiene conciencia de tiempo? Sí, tiene mecanismos precisos para guardar e identificar ese pasado, pero cuando estos se rompen, se pierde la correlación temporal.
Según estudios recientes, en las personas con amnesia, las experiencias recordadas e imaginadas son parte del mismo proceso. Tal vez en la imaginación del fututo esté la llave para entender la memoria, y con ella, algunos problemas subyacentes de la conciencia. Imaginar el futuro puede no ser tan diferente de tergiversar el pasado. Es claro que los eventos –imaginados o reales- no son un espejo del pasado, pero necesariamente, se basan en las memorias de tiempos pretéritos.
Hágase la luz dijo Edison, y háganse la microscopia óptica y las tinciones celulares, dijeron los neuroanatomistas de comienzos de siglo. Identifíquense neurotransmisores, dijeron los químicos, uniéndose al grupo de artistas. Me enorgullezco de presentir siempre los cambios de tiempo, de poder nadar en ese sueño que vuelve constantemente durante toda mi vida. Si el mundo constituyese un género, su principal recurso estilístico sería, sin lugar a dudas, el agua. El amor es un sentimiento desinteresado. Es la razón por la cuál es posible amar a personas, objetos, ciudades, aromas, música, ciencia, palabras o a una recién nata deidad. El amor es la relación entre un reflejo y su objeto, entre particulares e inconcebibles Funes y Memento. ¿Es este un capítulo más de la búsqueda del Universo? No lo sé, no lo recuerdo, no sé si dije esto a los 4 años y he repetido por 41 veces los inexistentes versos. Es quizá sólo un tenue reflejo de todo ello.
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