Texto y fotos: Irma Gallo
Nacido en Malinaltepec, Guerrero, Hubert Matiúwaa ganó el Premio de Literaturas Indígenas de América 2017 con el poemario Las sombrereras de Tsítsídiin, escrito en lengua Me´pháá, en el que aborda dos temas que azotan a su comunidad, en la región de la Montaña.
«Dentro de mi familia hay dos personas que han desparecido, dos personas que se fueron sin dejar rastro», dice, sin disimular su indignación, aunque sin agresividad.
«Y la otra es que en la región de la montaña ha habido muchas personas desaparecidas a lo largo de la vida que llevo. Y he visto también que en esta zona la población indígena es la más vulnerable: justo las mujeres y las niñas, que son llevadas para la trata en los principales puertos del estado, o incluso del país. Siempre se lleva gente indígena de Guerrero a otras partes, y traen gente de Chiapas o de Oaxaca a Guerrero».
Explica que estas fueron las razones que lo llevaron a escribir esta obra, «que relata justo la trata de niñas de la Montaña; un pueblo que tiene el nombre de un pájaro, el pájaro Tsítsídiin. Realmente el nombre de la obra es una hematopeya que hace el pájaro cuando cae la lluvia».
Aunque su pueblo tiene larga tradición de expresarse por medio del canto y la pintura, Hubert eligió la poesía para contar estas historias trágicas.
«La población indígena, donde la gente es mayoritariamente indígena, es donde más ocurren estas cosas porque siempre son los que pagan todas las contradicciones de este sistema, y entonces ya sean ellos los que ponen los cuerpos en las balaceras o los que ponen los cuerpos en las cantinas», dice el también autor de Cicatriz que se mira, con el que ganó Primer Premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias Cenzontle 2016.
«La poesía, en este caso, es como una herramienta más para decir las cosas que ocurren: intenta decir con sus propias palabras, su propia forma, lo que se vive. En este caso, yo opté por la poesía para abordar estos temas».
Le señalo la paradoja que en un mismo estado, Guerrero, convivan la violencia y la injusticia social ancestrales, con una belleza natural exuberante, y Hubert me mira fijamente antes de responder: «Es el territorio donde nos tocó nacer. O sea, uno no escoge, es donde nace ahí y aprende a querer el lugar de donde es. Lo construye, y a través de ese lugar uno empieza a conocer el mundo. Yo conozco el mundo a través de los ojos de la montaña».
Hubert Matiúwáa recibirá el Premio PLIA durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
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