Texto e imagen de portada: César Mundaca
A principios de 2016, decidí releer Vivir para contarla (Editorial Norma, 2002), un voluminoso y extraordinario texto que constituye las memorias del ícono del realismo mágico: Gabriel García Márquez. Obra que mis padres me obsequiaron cuando cumplí catorce años y que llevaba una ilegible dedicatoria en el reverso de la tapa.

Cuando me encontraba en la página 48, me gritaron para que bajara a almorzar –me encontraba en el tercer piso del departamento-, por lo que tuve que leer a velocidad las últimas líneas de la hoja. Antes de cerrar el libro, detuve la mirada en la solapa. En él se encontraba una extensa lista de creaciones del Nobel colombiano: El amor en los tiempos del cólera, Del amor y otros demonios, El coronel no tiene quien le escriba, La hojarasca, etc. Pero hubo un título que robó fuertemente mi atención, quizás por su escasa difusión mediática: La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile.
Tan pronto terminé de devorar el suculento lomo saltado, empecé a investigar sobre este nuevo descubrimiento. Leí muchísimas reseñas en Internet y en YouTube hallé un video de casi una hora, titulado «Acta General de Chile Parte I Miguel Littin clandestino en Chile». Luego, busqué la obra en formato PDF en el celular -no me importó el riesgo de introducir algún virus al teléfono- y me interné en la lectura hasta caer en la somnolencia.
Sin embargo, con el devenir de los días, me fui cansando de leer a través del celular. Entonces busqué el libro impreso en todas las librerías miraflorinas y sanisidrinas. En realidad, no tenía esperanzas de encontrarlo.
Pero faltando siete minutos para las ocho de la noche, exhausto y casi transpirando, ingresé a Ibero Librerías de la avenida Diagonal, y gracias a mi buena visión de larga distancia, divisé la ansiada obra del buen ‘Gabo’ al fondo, en un rincón, cerca de las producciones de Isabel Allende.
La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile es un texto escrito con el estilo del reportaje periodístico. Es un relato cargado de suspenso y nostalgia situado en el contexto de la horrenda dictadura militar de Augusto Pinochet, y que cuenta como protagonista al cineasta chileno, Miguel Littín Cucumides.
La historia se remonta a los primeros meses de 1985, cuando Miguel decide, con singular audacia, abandonar el exilio europeo -que lo había mantenido durante 12 años lejos de su patria- para filmar, en el lapso de seis semanas, una película sobre la cruda realidad de su país después de más de una década de tiranía castrense.

Para llevar a cabo su cometido, Littín cambió su apariencia física y trabajó con tres grupos de filmación: italiano, francés y holandés. Como medida de seguridad, estableció que ninguno de los equipos de trabajo debería saber de la existencia de los otros.
Durante la travesía desafió todos los peligros y restricciones, y es que a lo largo de la historia está la sospecha de que pronto va a ser detenido por las autoridades.
Particularmente, los momentos más tensos son dos: cuando es sometido al estresante control migratorio y cuando tuvo esa suerte de “encontronazo” con los carabineros en el centro de Santiago.
Son 190 páginas de una aventura muy arriesgada, impregnada de pura adrenalina que lo deja a uno fascinado. Aquí el lector viaja a un Chile en franco proceso de degradación moral. Sin duda alguna, es una obra que brinda valiosas lecciones para las frágiles democracias de América Latina.
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