De todos colores: La diversidad sexual en la literatura juvenil


Por Irma Gallo

La novela está situada en Portland, Oregon. A Dylan, un chico de 15 años que mide casi 2 metros y si se deja de rasurar dos días la barba le crece casi como a Santa Claus, le dicen La Bestia. En esta reinterpretación muy libre del cuento clásico, cuyo título en inglés es simplemente Beast (en español El corazón de la bestia, Montena, 2017) la bella es Jamie, una chica guapa, delgada, con una cabellera larga y abundante, muy femenina, un poco más alta que el promedio, que le apasiona tomar fotografías y andar en bici… y que tiene pene.

Así es: la primera que se interesa por Dylan, que no lo ve con esa mezcla de entre miedo y asco a la que ya está tan acostumbrado, es una chica trans. Con el corazón roto y el estómago revuelto (porque la sola idea de haber besado a un “chico” le resulta repulsiva), el adolescente no entiende cómo es que no se dio cuenta -aunque ella lo insinuó en la sesión de terapia donde se conocieron-, y después de pasarla muy mal por su ausencia, empieza a reconocer poco a poco que ya es demasiado tarde para arrancársela de la mente: está perdidamente enamorado; “enamorado de un chico con falda”, piensa, con angustia.

Dylan se encuentra, entonces, ante un dilema mucho mayor que el que tendría cualquier otro chico de su edad en las mismas circunstancias: además de lidiar con el qué dirán sus compañeros y su mamá, también le preocupa -y mucho- lo que habría pensado su padre, que murió cuando él tenía cuatro años y de quien heredó la estatura desmesurada y el vello que le crece por todo el cuerpo y que le da ese aspecto bestial.

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Por ello, se la pasa buscando señales de que su papá está de acuerdo con su amor por Jamie: que pase un carro rojo, que salga el arcoiris, etcétera, y al no encontrarlas está cada vez más seguro de que lo que está haciendo está “mal”.

Esta es, en líneas generales, la anécdota de la primera novela de la ilustradora norteamericana Brie Spangler (nacida en Portland, el lugar que eligió para situar su versión de La bella y la bestia). Y aunque es una propuesta arriesgada y desafiante, no es la única en tocar este tema en el segmento literario que se conoce en el mercado editorial en inglés como YA (siglas de Young Adults, Jóvenes Adultos). Ejemplos de ello son: Soy Jazz (2015), coescrito por Jazz Jennings, la adolescente transgénero de 14 años, estrella del reality show de Discovery del mismo nombre, George: simplemente se tu mismo (2015), de Alex Gino, así como If I was your girl de Meredith Russo, publicada en 2016, el mismo año que Beast.

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Brie Spangler. Foto: Novel Novice

La literatura (la buena, la no tanto y la mala) es fiel reflejo de su época. No es casualidad que en México llevemos más de una década leyendo novelas cuyas historias tienen como tema central la violencia y la devastación a consecuencia de la guerra contra el narco, que ha dejado decenas de miles de muertos y desaparecidos en nuestro país.

Habría que pensar, entonces, que también hay razones para que esta literatura centrada en la diversidad sexual esté atravesando un buen momento. La gente compra libros que le cuenten las historias con las que se siente identificada: “esto ya le pasó a alguien cercano, o por lo menos al amigo del primo de mi amiga; esto me podría pasar a mí; ésta podría ser yo”.

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Shiloh Jolie Pitt. Foto: Getty Images

 

Nacida el 27 de mayo del 2006 en Swakopmund (Namibia), Shiloh Jolie Pitt, la primera hija biológica de Brad Pitt y Angelina Jolie, decidió desde muy pequeña que es un niño. Por lo tanto, se viste de acuerdo con esa convicción: bermudas, playeras o sudaderas, chanclas, gorras de beisbol y el pelo muy corto. Sus famosos padres han declarado que lo único que les importa es que su hijo sea feliz, y por lo tanto no le imponen una vestimenta acorde con su sexo biológico. En las fotos de una cuenta de Instagram a su nombre (que no maneja él, sino que es una Fan Page) que cuenta con más de 26 millones de seguidores, se puede ver a Shiloh sonriente, acompañando a su mamá Angelina al super, vestido como lo que es: un niño transgénero.

La actriz y activista trans de 32 años de edad Laverne Cox, se dio a conocer en la serie de Netflix Orange is The New Black. Cox interpreta a Sophia Burset, una mujer transexual que aunque nació con el cuerpo de un hombre, una vez casada y con un hijo decide asumir su verdadera identidad de género y es encarcelada en una prisión para mujeres por fraude con tarjetas de crédito. La agresión contra Sophia no sólo proviene de sus compañeras, sino también de los funcionarios de la cárcel, que le dificultan el acceso a su tratamiento hormonal, por lo que empieza a sufrir un proceso de remasculinización, lo que la deprime y la irrita, y termina en una celda de aislamiento durante mucho más tiempo del que permiten las reglas de la prisión.

 

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En El corazón de la bestia la identidad de género de Jamie le ha valido sufrir acoso y rechazo; incluso golpes. En las muñecas tiene las cicatrices que le dejó un intento de suicidio. Sin embargo, ante las cifras de asesinatos de personas transgénero en países como el nuestro, casi podríamos decir que esta adolescente trans no la ha pasado tan mal. Es una chica valiente, que aunque está todavía en proceso de transición, ya sabe muy bien quién es y qué quiere.

Ojalá más que una “moda” impulsada por razones económicas, esta corriente de la literatura YA sobre identidad de género ayude a construir lectores-ciudadanos tolerantes y respetuosos.

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