Por Irma Gallo
Si la abuelita de Raquel Castro la viera ahora, con el cabello pintado de tonos que van desde el morado hasta el gris, no estaría nada contenta. Pero Raquel, al igual que muchos de nosotros, se ha apropiado de su cuerpo para hacer una declaración de identidad. ¿Qué significa la belleza para cada persona, y más allá, para cada generación y para cada cultura? Además de hacer un breve repaso por estas cuestiones, en Cambiamos para ser más como somos, Raquel explora las intervenciones que se hace la gente en el cuerpo, como ella misma, como muchísima gente, desde tiempos inmemorables.
«Es un tema que me llama mucho la atención y que le he estado dando vueltas y vueltas yo creo que desde el siglo pasado. Empecé haciendo unos artículos para una revista sobre cultura digital, como en 98, 99, que iba a ser solamente sobre tatuajes y perforaciones y me empecé a meter a ver más cosas que se estaba haciendo la gente y me di cuenta de que había toda una subcultura, un montón de gente haciéndose cosas rarísimas».
Y empezó esta pregunta ¿por qué modificar nuestro cuerpo, qué es lo que buscamos?
«De repente los ideales de belleza que nos impone la sociedad pueden ser inalcanzables».
«Se nos olvida que, si bien, la belleza es un valor eterno, digamos, o sea, todas las épocas, en todos lados aparece la belleza, lo que definimos como bello sí va cambiando».
Raquel también hace un breve repaso por algunas de las intervenciones más comunes que la gente suele hacerse, como tatuajes, piercings, etc., y proporciona ejemplos que nos hacen darnos cuenta de que algunas se han usado desde hace cientos de años.
Una colección de ensayo breve muy distinta
«Cuando Juana Inés Dehesa y Maia Miret me dijeron “oye, queremos que hagas un libro sobre ese tema que te gusta tanto», fue como un regalo».
Cambiamos para ser más como somos pertenece a la colección de ensayo Caja chica, que la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura ha diseñado pensando, sobre todo, en los lectores jóvenes, y en la que hay títulos de Laura Lecuona, Jacobo Dayán y Arturo Vallejo, entre otros.
La colección busca acercar el ensayo a un público joven, y me parece muy atinado porque, por ejemplo, yo misma cuando me dijeron “pero queremos que sea un ensayo”, como que sí me temblaron las rodillas.
«Y reconocer que el ensayo es parte de nuestra lectura cotidiana, y qué podemos escribir ensayo, y qué incluso los lectores, que no son escritores profesionales podrían encontrar gusto en escribir sus propios ensayos o leer más ensayo, creo que es algo que nos hace falta porque es una forma de poner en orden tus ideas».
Raquel Castro narra una anécdota de cuando se volvió Cyborg, mediante el implante de un imán en su dedo anular. Pero para conocerla, tienes que leer el libro…
Deja una respuesta