Fotos y Textos: Irma Gallo
A mí, de niña, mi padre, mi madre y mis abuelos me recordaron que yo era una niña valiente, que yo era una niña fuerte y que tenía derechos, y que la violencia es una elección que tomas todos los días, si quieres o no ejercerla.
Lydia Cacho no ha dejado ir a esa niña valiente que fue, por eso sigue escribiendo escribiendo para pequeños. En su libro más reciente, Ciberespías al rescate. En busca de Sam (Alfaguara, 2017), la periodista y activista propone que la comunidad que se establece entre un equipo de niños mientras juegan videojuegos es una alternativa a la violencia.
«Me metí a investigar; yo ya tenía un buen rato jugando algunos juegos. Lo confieso: soy una ruqui gamer, ni siquiera retro gamer, los retro gamers tienen 40, y yo tengo 54, así que soy ruqui gamer«, dice, y no puede evitar que se le escape la risa, «pero ya había empezado a jugar algunos y de pronto me metí a profundidad en este tema, en este debate de si son o no peligrosos, si vuelven más violentos a los chicos».
Así que la autora de Los demonios del edén entrevistó a varios especialistas que le dijeron que hay videojuegos que no sólo no son perjudiciales para los niños, sino que contribuyen en sus procesos de aprendizaje y socialización.
«La mayoría de los juegos, de los buenos juegos, de los mejores videojuegos, son colaborativos. Y hay todo un proceso en el que tienes que aprender a confiar en los demás, es decir, hay como capas y capas de aprendizaje en los videojuegos, y bueno, me metí a fondo y acabe escribiéndolo».
Pero lo que acabó de convencer a Lydia Cacho de que debía escribir ese libro fue la promesa que le hizo a un chico que se acercó a ella para confiarle una parte muy dolorosa de su historia.
«Decidí hacer este en honor a un nino que conocí en Navidad, que fue víctima de violencia, y un poco también para ponerlo ahí como valiente, pero también en el entorno de los gamers. Las personas adultas tienen muchísimos prejuicios contra los videojuegos, pero por otro lado se los compramos a los niños y las niñas».
Ciberespías al rescate, que por cierto es la secuela de En busca de Kayla (Sexto Piso, 2015), también es un reto a los adultos para que dejen de ser esos seres grises, como los perciben los niños que su autora ha entrevistado, y empiecen a parecerse más a los amorosos y solidarios padres de Myriam, una de las heroínas de la pandilla que quiere rescatar a Sam de la violencia en la que vive.
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