Por César Augusto Mundaca
Foto de portada: Irma Gallo
Me escribiste, te respondí y la ilusión hizo de mí su fiel vasallo.
Te escribí, te pensé infinitamente, y al poco tiempo, te amé hasta el frenesí.
Llegaste, nos sonreímos y caminamos juntos sin descubrirnos.
El destino, siempre cruel con mis afectos, dinamitó mis aspiraciones,
Dinamitó mis fantasías, dinamitó mis esperanzas, me negó tu amor.
Melancolía, maldita, siempre maldita, me condenó al rencor.
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