Por César Augusto Mundaca
En las postrimerías del 2017, me propuse, por primera vez, elaborar un listado de los diez mejores cuentos leídos durante el año. Lo convencional hubiera sido hacer una lista de los diez mejores libros, pero me resistía a caer en el lugar común de los críticos literarios y algunos periodistas culturales. La selección de los relatos, como era de esperarse, fue compleja y extenuante.
A los diez mejores cuentos, añadí la mención honrosa y la yapa literaria, esta última de mi invención. La mención honrosa recayó en «El cholo que se vengó», del formidable prosista ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta. Y la yapa literaria en «Marejadas», de la cuentista y ensayista chilena Andrea Jeftanovic.
«Marejadas» es el segundo de los once cuentos que componen el magnífico libro No aceptes caramelos de extraños (Editorial Comba, 2011), cuyo título me recuerda a la severa advertencia que me hacía mi madre cuando era un niño cabezón, enclenque y desesperado por salir a jugar, no fútbol, sino pelota en la calle.
La lectura de «Marejadas» nos sitúa en un contexto trágico, doloroso, de emergencia familiar: un aparatoso accidente automovilístico sufrido por Cristóbal, un joven de tan sólo dieciocho años de edad. El típico suceso que suelen informar los noticieros, algunos con sensacionalismo, otros con seriedad, cuando prendemos el televisor o la radio al rayar el alba.
Pero luego, y aquí viene lo fascinante del relato, la autora nos introduce, sin salvavidas, en un frenético torbellino donde confluyen el reencuentro entre los padres separados de Cristóbal, las volcánicas escenas de sexo protagonizadas por ambos, la tormentosa angustia de la madre ante el drama que vive su hijo, la natural incertidumbre, las alusiones a distintos órganos del cuerpo y una serie de metáforas relacionadas con las consecuencias del accidente y el mar.
Aquí la madre, esclava del delirio, confunde permanentemente la figura de su ex esposo con los primeros meses de vida de su hijo. Es un ir y venir del presente al pasado cargado de añoranza, miedo, excitación y ternura. Este es, a mi juicio, el extremo más fabuloso, más estremecedor, de esta singular historia.
Recomiendo su lectura atenta, libre de prejuicios, y sobre todo, lenta, muy lenta, para que el disfrute se vuelva imperecedero.
CÉSAR MUNDACA
NACIDO EN LIMA, PERÚ EN 1988. ABOGADO. EGRESADO DEL TALLER DE ESCRITURA CREATIVA DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ (PUCP). LECTOR Y ESCRITOR DE CUENTOS Y ARTÍCULOS SOBRE POLÍTICA NACIONAL E INTERNACIONAL.
BLOG: WWW.MISCELANEAMUNDIAL.WORDPRESS.COM
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