Entrevista a Bernardo Fernández (BEF)
Texto y video: José Cruz Domínguez Osorio
Cada vez que un nuevo libro se publica representa la oportunidad para conocer de cerca qué de la vida del escritor hay en las páginas de esa novedad literaria, en un cuento, en la novela o en la poesía, vamos, en un álbum ilustrado.
Así también el caso de Bernardo Fernández, mejor conocido como BEF, y que la editorial Océano travesía recién publicó Del uno al diez y al revés, libro en “el que hay mucho de onírico. Yo recuerdo mucho los sueños para mi trabajo. Hay cierta atmósfera ahí onírica, pero creo que más que de los sueños la mirada de asombro que tienen los niños sobre el mundo, cómo cuando eres chico y vas descubriendo prácticamente todo, todo te asombra. Entonces hay un componente onírico importante, pero más una cosa como la mirada de asombro al mundo, en descubrir el mundo cuando lo ves con los ojos que tienes a los cuatro años, entre los cuatro y los ocho todo es prodigioso”, lo comentó BEF en una conversación que sostuvimos a través del teléfono, y justo, con motivo de la aparición de este libro que busca la atención de los pequeños lectores.

Cuéntame, BEF, ¿cómo fue el proceso para crear muy breves trozos de historia en cada página acompañada de texto e ilustraciones?
Tenía ganas de hacer un libro para mi hija mayor, cuando era chiquita ahora tiene nueve años. Entonces lo empecé a hacer y quise retomar la tradición del “nonsense” (la copla infantil que va rimando aunque de repente diga cosas como absurdas). Hay poco en español y entonces yo quería hacer un nonsense, va rimando a pesar de que las cosas que vas diciendo son como medio absurdas, medio oníricas. Yo no tengo buena métrica, no soy poeta, pero quería hacer este juego de composición, medio musical incluso, que es una de mis frustraciones, yo no tengo oído musical, mi hermano es músico.
¿Quién te ofreció la inspiración para escribir estas frases breves?
María, mi hija. Regreso a esta idea de que como no soy músico quería escribirle un textito para ella. Mi inspiración para este libro fue mi hija María.
Y es que María aparece en dos páginas: al principio y al final del libro dando vida a dos ambientes gráficos distintos creados por BEF, su padre. En la primera es observada por dos ojos enormes, como si fueran los botones de una enorme flor. En la página final, María luce distinta: con su pelo negro, largo, playera vino, pantalón y tenis, camina mientras sostiene un libro entre sus manos. María está leyendo.
¿Consideras que cada página puede abrir la oportunidad a imaginar un cuento distinto a lo que la frase dice y lo que está mostrando la ilustración, puede abrir esa puerta al juego, que el lector continúe esa historia hacia donde él la pueda llevar?
Sí, me gustaría pensar que vean estas imágenes y que en los mejores casos sientan que hay un mundo mucho más grande de lo que están viendo en la ilustración, que les permita echar a volar la imaginación. Yo creo que sí, son como postales; me gustaría que fueran postales de historias más grandes que imaginara cada lector.
¿Hubo un motivo, BEF, que haya originado a este libro, alguna necesidad por contar, por ejemplo?
Quería haber hecho un libro para mi niña cuando era chiquita, lo que pasa que tardó mucho en publicarse; ya que estuvo listo lo mandé a un par de concursos y no quedó y cuando se publicó ya ella contaba (los números) bastante bien. Al final es una carta de amor de un papá a su hija para compartirle el interés por los números.
Contar los números del uno al diez, como lo propone precisamente el libro, nos acerca a ese principio de información de las tan odiadas matemáticas, de la infancia también, cuando las matemáticas eran ese dolor de cabeza para muchos de nosotros ¿qué recuerdas de esa infancia, BEF?
Las recuerdo con tristeza porque he llegado a la conclusión de que a mí me las enseñaron muy mal, que tuve siempre muy malos maestros de matemáticas, pero siempre me ha ejercido (sic) una fascinación; mi esposa es matemática de hecho, ella estudió Matemáticas y Literatura inglesa, y son como de las cosas que me atrajeron en primer lugar de su personalidad, yo soy un científico frustrado entre otras cosas porque no tengo mente numérica, y además creo que es algo que no se adquiere. Entonces, es un poco para dar herramientas para evitar este odio del que hablas a las matemáticas, yo creo que es una herramienta maravillosa del pensamiento racional que debemos promover, que los niños se acerquen a ellas, las conozcan, las manejen y las quieran ¿no?
Los personajes que son animales aparecen constantemente en las ilustraciones, pero hay un final que para el pequeño lector es una sorpresa, que no vamos a contar por supuesto ¿por qué narrar una historia gráfica apoyada con personajes de la fauna?
Pues es tan antiguo como el sol, como el mar; incluso yo creo que es un recurso narrativo que ha estado en nuestra cultura desde siglos inmemoriales y porque es divertido, no sé desde Esopo hasta Bugsbunny siempre se nos ha parecido muy divertido tomar a los animales para hacer alegorías humanas. Entonces ahí básicamente es parte de esta tradición inmemorial que para mí es muy divertido.
El título del libro es una rima Del uno al diez y al revés, las frases y su propuesta visual llevarán al lector a un rato de juego a través de la lectura. A BEF ¿qué le ofrece ver este libro publicado, ya en tus manos, este resultado editorial?
Justo hoy estuve en una reunión con otros escritores, una reunión de trabajo y justo comentaba que no importa si tú has publicado muchos o pocos libros, siempre la aparición de un libro eso es: un acto mágico, una cosa prodigiosa; algo que se te ocurrió imaginarte en el muy íntimo acto creativo que de repente se convierte en un objeto, y bueno más. En el caso de éste que es un álbum ilustrado y escrito por mi hay mucho de mágico, de repente esta idea que se te ocurre, ese chispazo que acaba concretándose en un objeto tiene mucho de prodigioso.
Es un milagro y además es un privilegio poder ver concretado algo que imaginaste en un objeto, y que además uno consigue conectarse con sus lectores.
¿Quién te enseñó a contar y a hacer cuentas?
Mi mamá, que es educadora, justo. Mi mamá era maestra educadora, tuvo un momento mágico.
Cuando yo era niño mi juguete era un cuaderno para dibujar y a mi hermano le daban plastilina porque él modelaba, también dibujaba, pero esa era como mi área y un día ella tomó una pluma y dividió con dos líneas una hoja en cuatro cuadritos y me dijo vamos a hacer un cómic, y ese momento me cambió la vida para siempre. Entonces tuve ese privilegio de tener una mamá muy creativa, muy comprometida, sobre todo con la enseñanza de la educación preescolar.
Aquí puedes ver un fragmento de esta entrevista:
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