Por Irma Gallo
Ser feminista está «de moda», dicen, despectivamente, los y las (sí, las) que no entienden que esta consciencia por evidenciar la desigualdad, la violencia, la inequidad, el abuso, el acoso, la invisibilización, no es nada nueva; es más, hay teóricas que dicen que estamos viviendo en la cuarta ola del feminismo, en la que las redes sociales han jugado un papel fundamental. Ahí nomás.
Por fortuna, cada vez somos más las que surfeamos entusiastas en esta ola. Y la Revista de la Universidad de México, bajo la dirección de la escritora Guadalupe Nettel, se sube, con entusiasmo, con una pluralidad de voces (por eso este número se llama Feminismos, así en plural) a ésta, que ya se convirtió en Tsunami, como el título del gran libro compilado por Gabriela Jáuregui para Sexto Piso (2018).

[Por cierto, en esta edición de la Revista de la Universidad de México colaboran por lo menos tres autoras que también lo hicieron en Tsunami (Yásnaya Elena A. Gil, Jimena González y Gabriela Jáuregui). ¿Casualidad? Por supuesto que no: congruencia, dedicación, trabajo continuo].
Se trata de un ejemplar muy bello, pues además del excelente trabajo de diseño, incluye ilustraciones y fotografías de artistas como Powerpaola, Lydia Hamann y Kaj Osteroth. Luisa Rivera, Maryam Yousif, María del Rosario Leyva Duarte, entre otras.

Un diario sobre la maternidad, por Jazmina Barrera; la rabia, como expresión prohibida para las mujeres, por Liliana Colanzi; el revolucionario postulado de que los hombres deben participar en las luchas contra el patriarcado, por Rita Segato; la narración de la emancipación personal, sexual y política de Li Maizi y el despertar del feminismo en China por Leta Hong Fincher; así como la crudeza de la poesía de Jimena González, conforman este (iba a escribir «abanico», pero rectifico y tomo prestada una palabra que usa Ana Francis Mor) esta colcha de voces, orígenes, edades, profesiones, registros estilísticos. Esta colcha gigante, como el título del ensayo de Ana Francis, porque «no hay un centro, ni un arriba, ni un abajo. Lo que sí hay es un cobijo diverso», como escribe la narradora, directora teatral y actriz. Una colcha de muchos colores, calientita, que protege.
Así leo este número de la Revista de la Universidad de México dedicada a los «Feminismos»: cobijada.
