Wu Ming: bajo el sino del copyleft


Por Concha Moreno

Los europeos se las gastan cuando es necesario esto de crear movimientos. Pienso, solo por decirlo, en el situacionismo francés, el movimiento artístico que revolvió la escena plástica las últimas décadas del siglo pasado.

Los situacionistas creían más en el objeto que en la personalidad de quien lo creó. Eso es interesante desde el punto de vista crítico, puesto que cuestiona la definición del autor: ¿importa quién firma la obra o la obra debe mantenerse en pie por sí misma?

En esa misma vibra, en 1999, apareció en el mundo una novela: Q. La firmaba un tal Wu Ming, totalmente– fascinantemente– desconocido, Ming resultó ser un grupo de escritores italianos que hasta hoy viven detrás de la máscara. Viven bajo el lema del copyleft, esto es, la ética de que no existen los «derechos de autor» (estos vendrían a ser el copyright) y que toda obra artística existe para ser compartida de modo libre, o sea, gratuito. El ethos copyleft merece discutirse con mayor amplitud; espero hacerlo en una entrega dedicada solo a este sabroso asunto.

A la fecha, los Wu Ming han publicado ensayos, novelas, cuentos y hasta poesía. Por cierto, cuando apareció Q, allá por el cambio de siglo, la novela fue aceptada con un rugido tanto por el público como por la crítica. Y vaya que se vendía cara: me recuerdo a mí misma, adolescente y hambrienta, mirando Q en la Gandhi de Bellas Artes, hojeándola sin poder pagarla (ah, sí: muy copyleft, pero los libros de los Wu Ming también se venden y se venden bien).

A juicio de la que escribe, la mejor novela publicada bajo el nombre Wu Ming es Estrella del alba. Escrita por «Wu Ming 4»– es decir el miembro número cuatro del colectivo–, narra los avatares de tres personajes claves de la literatura del siglo XX: T. E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia; Robert Graves, filólogo y escritor tortuoso; y J. R.R. Tolkien, alma paterna de la fantasía y la épica, el creador de El señor de los anillos, la Tierra Media, los hobbits y toda esa mitología maravillosa. A los tres los une la guerra, el dolor y la creación como forma de huir del trauma.

La máscara de los Wu Ming sigue siendo relevante todavía en estos tiempos tan cínicos y obsesionados con revelarlo todo. Es decir: todos quieren saber quién es Banksy o cómo se ven los Daft Punk sin sus cascos. Todo hay que decirlo: los Wu Ming decidieron revelarse (y rebelarse) contra el código de la máscara hace un par de años y sus miembros son ahora conocidos. El misterio se acabó cuando se dieron cuenta que el anonimato servía como truco comercial para las grandes editoriales.

Por lo pronto, échense Estrella del alba, que bien pueden conseguir en una bonita edición española bajo el sello Acuarela & A. Machado, o bien bajarla de internet de sitios varios, como toda la obra de los Wu Ming.

Me llamo Concha. Nos vemos en el próximo libro.

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