Por Concha Moreno
(Foto de portada: Richar Ford Livre sur La Place 2014. ActuaLitté for Creative Commons)
Richard Ford es una de las voces innegables de la literatura contemporánea. Con su estilo seco, cuidado, y su modo de situar a sus personajes en el momento decisivo de sus vidas, Ford crea cuentos y novelas que fluyen con una facilidad envidiable, si bien no están narrados de manera convencional.
Ford es un raro. Nota cosas sutiles en sus personajes. En su nuevo libro de cuentos, Lamento lo ocurrido, algunas de las historias constan de una sola escena, una, digamos, sola secuencia –el cine es una gran influencia en Ford– . El escritor, estadounidense pero con una conexión amorosa con México, es el director de películas en papel.

En el cuento que abre la colección, «Nada que declarar», unos amantes de otra época se reencuentran en su edad madura y recorren Nueva Orleans a pie. ¿Qué pasa después del paseo? El final solo queda a la especulación. Como sucede en casi toda la literatura fordiana, los personajes están vivos más allá del punto final de la historia.
En «No es mucho pedir» viene la siguiente frase prodigiosa: «…Vivir y morir de acuerdo a las reglas de los demás era vender la vida muy barata». Así es la literatura de Ford: una sencillez que de repente entrega una joya. Uno no lee a Ford para llegar al final a toda velocidad, no. Hay que disfrutar el trayecto, deleitarse con los personajes metidos en una cotidianidad confusa, y sentir que Chejov no ha muerto.
Raymond Carver, el gran cuentista estadounidense, consideró a Richard Ford como el mejor escritor de su generación –generación a la que pertenecía el propio Carver. Tremendo elogio. Y no es inmerecido.

Además de cuentos, Ford es un novelista fantástico. Saltó a la fama gracias a su Día de la independencia, novela que es la segunda entrega de la serie protagonizada por el periodista Frank Bascombe. Con Día de la independencia Ford se llevó todos los premios en Estados Unidos y la novela le granjeó lectores en todo el mundo.
Yo conocí a Ford gracias a la novela El periodista deportivo. Ingenua de mí, pensé que vendría algo de deportes en la trama. Por el contrario, me encontré con una disquisición de angustia existencial de un hombre que se enfrenta a cambios profundos en su mundo. Fascinante.
Nada rueda como un Ford. Un Richard Ford.

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