Alanis: cómo envejecemos juntas


Por Irma Gallo

No recuerdo exactamente si era 1995 o 96, y no tengo ganas de googlearlo porque la precisión de los datos no es lo que busco aquí. Yo tendría 24 o 25 años, y ella 21 o 22. El caso es que su canción debut (fuera de su natal Canadá, porque ahí ya había grabado dos discos más o menos sin pena ni gloria) You Oughta Know me arrancó los pies de la tierra y me puso un subidón como el que imagino –porque de eso sí puedo ¿presumir? nunca las he probado– te dan las drogas duras.

Se llamaba –y se sigue llamando, para fortuna de quienes la admiramos– Alanis Morissette, y era una veinteañera flaquita, largirucha, de ojos grandes, juntos y redondos, color café claro, y un rostro largo, casi equino, que terminaba, hacia abajo en una boca igual de grande y un mentón afilado.

Se plantaba en un escenario y ya fuera solo con su tremenda voz, o con la armónica que le ponía el toque de blues a sus canciones, o bien con su guitarra rockera, te desgarraba, tal cual, las entrañas:

And I’m here, to remind you
Of the mess you left when you went away

¡Se podía decir esas cosas! En los noventa no era necesario ser políticamente correcta, no estaba mal visto hablar mal de la «otra», por la que te «cambiaron», solo por el hecho de que es una mujer, como tú. O sea, por cuestiones de sororidad.

An older version of me
Is she perverted like me?
Would she go down on you in a theater?

Yo nunca «went down» on someone in a theater pero por supuesto que a esas alturas ya sabía lo que era hacerle sexo oral a un hombre. Más por su placer que por el mío, eso sí. Lo que no había aprendido todavía a esa edad es que dar placer puede ser lo más placentero que hay. ¡Ojalá lo hubiera sabido antes! ¡Qué desperdicio!

Aprendí también, con Alanis, que se valía mentar madres y decirle al maldito desgraciado:

And are you thinking of me when you fuck her?

Se valía, por supuesto, recordarle sus promesas incumplidas. Echárselas en la cara. ¿Eso era no tener dignidad? No. Al contrario. Con Alanis, dignidad era plantarte y decirle eso:

And every time you speak her name
Does she know how you told me
You’d hold me until you died?
‘Til you died, but you’re still alive

You Oughta Know, la canción que dio a conocer a Alanis fuera de Canadá

Todo el album de Jagged Litlle Pill era eso: el statement de dejar de ser la niña buena para convertirse en la que dice las cosas sin pelos en la lengua. Un madrazo directo en la cara: dientes saliendo disparados con gotas de sangre y saliva incluidas.

Otras generaciones habían tenido a Janis Joplin; la mía también a Madonna, pero ¡entiéndanme! la Reina del Pop me llegó en la adolescencia; cuando descubrí a Alanis yo ya era una mujer adulta. Ya sabía lo que era el sexo y eso de clavarse como loca –porque es la única manera en la que se relacionarme «amorosamente»; no soy de medias tintas–, de decepciones y amargura. Por eso la música de la canadiense, cuyas letras ella misma escribía, me pegó con tubo.

Después del chingadazo de Jagged Little Pill, que vendió 33 millones de copias y propulsó a Alanis a la estratósfera pasaron tres años antes de Supposed Former Infatuation Junkie. El primer single que recuerdo (no sé si fue el primero que se lanzó) fue Thank U. A pesar del título del disco, en esta canción parecía que Alanis se arrepentía de toda su vida anterior, de la herida sangrante que había gritado en su disco anterior:

Thank U, de Supposed Former Infatuation Junkie

How ‘bout me not blaming you for everything?
How ‘bout me enjoying the moment for once?
How ‘bout how good it feels to finally forgive you?
How ‘bout grieving it all one at a time?

Thank you India
Thank you terror
Thank you disillusionment
Thank you frailty
Thank you consequence
Thank you, thank you silence

A pesar de ello –o tal vez por lo mismo– la canción me gustó. Sentí que la música de Alanis maduraba a la par que yo me convertía en una mujer un poco más serena, menos alocada. Hasta ese momento, había una Alanis para cada etapa de mi vida. Como cuando alguien te toma de la mano, camina contigo, y deciden que todavía no es el momento de soltarse.

Mi camino con Alanis siguió durante el MTV Unplugged en el que cantó Uninvited, la canción del soundtrack de City of Angels, aquella película cursi con Meg Ryan y Nicholas Cage que pretendió emular a Las alas del deseo, de Win Wenders. Bueno, la película gringa pudo haber sido una cursilería, pero la canción de Alanis no tenía madre, literalmente:

Alanis canta Uninvited en el Festival Woodstock de 1999

Like anyone would be
I am flattered by your fascination with me
Like any hot blooded woman
I have simply wanted an object to crave

But you, you’re not allowed
You’re uninvited
An unfortunate slight

Seguimos, de la mano, unos años Alanis y yo. Under Rug Swept, con su Hands Clean, me gustó aunque cada vez sentía que sus canciones me decían menos cosas. Pero debo decir que para So Called Chaos le perdí la paciencia (aunque lo compré, todavía) y ya ni me enteré cuando salió Flavors of Entanglement, mucho menos Havoc and Bright Lights.

Algo pasó. Creo que dejó de ser honesta. Sus canciones sonaban huecas. Perdió la chispa. Y probablemente yo también: vivía con un hombre al que había dejado de amar hacía mucho tiempo, pero ahí seguíamos, por costumbre, por nuestra hija, por apatía, por flojera.

Estuve así, anestesiada, un tiempo. Quizás Alanis también, porque hubo un lapso bastante largo (del 2012, con Havoc, hasta este año, cuando lanzará Such Pretty Forks in the Road el 31 de julio), en que no dio a conocer nuevo material.

Así vi a Alanis la siguiente vez que la googlé. O sea, este domigo 31 de mayo a las 3 de la madrugada.

Alanis en 2018. Foto: AP

Y lo hice –quiero decir, la busqué– porque Uninvited es parte del soundtrack de la serie que estoy viendo, Little Fires Everywhere, que está situada a finales de los noventa. No es la versión de Alanis, pero aún así,–o mas bien, por eso– me agarró la nostalgia y quise ver «cómo luce hoy en día» aquella cantante y compositora que me acompañó tanto, durante unos años de mi vida.

Mirar a nuestros contemporáneos después de un tiempo es otra manera de vernos en ese espejo que no tiene filtros ni escondites, que no miente. Y que, por eso, muchas veces no queremos ver. Lo primero que pensé fue terrible, antipático, grosero: «¡Dios mío! Es toda una señora. Se ve acabadísima!», y lo segundo fue: «¿así me veré yo también?»

Siguiente paso: googlear su fecha de nacimiento: 1 de junio de 1974. O sea, Alanis es tres años menor que yo. Sí: MENOR.

Ya entrada en el chisme, y después de la impresión inicial de ver la transformación física de mi ídola, la otrora jovencita flacucha en una señora con más kilos incluso que yo –sí, lo siento, ya sé que no es políticamente correcto escribir esto pero no puedo dejar de notar esas cosas, como las nota todo el mundo, y de eso se trata precisamente este texto–, me puse a investigar y averigüé que Alanis tiene tres hijos y que al menor lo acaba de tener a sus 45 años de edad.

Portada de la revista Health. Mayo de 2020.

Fue duro reconciliarme con esta imagen de Alanis. Parecido a cuando, de un día para otro, los desconocidos me empezaron a decir «señora» y a hablarme de «usted».

Y quizá por eso hace cuatro años –lo sé con precisión porque fue el año que fui a Houston, a cubrir el Literally Short Film Festival y cuando vi el material grabado para escribir mis guiones no me reconocí– cuento las calorías y los carbohidratos de todo lo que me meto a la boca, y me ejercito lo que puedo y como puedo.

Gracias a estas rutinas, desde entonces he logrado controlar más o menos mi peso. He sido dura conmigo. No me permito «desbordarme». No me privo de nada de lo que me gusta –y amo, con una pasión muy difícil de domar, los chocolates y el buen vino tinto–, pero me «castigo» haciendo ejercicio hasta que la cantidad de calorías que quemo sobrepase, por lo menos por 250, a aquellas que ingerí.

A veces me la pongo muy difícil: me excedo con los dulces y entonces lo que tengo que «quemar» parece inalcanzable. Y en ocasiones lo es: de uno a dos días a la semana no alcanzo mis objetivos, y entonces me siento pésima: creo que nadie va a querer mirar, y mucho menos acariciar, mi cuerpo de señora con esa llanta –michelín, le dicen en España– que insiste en no desaparecer del todo, o esos muslos aguados y demasiado anchos.

Pero: ojo. La historia no termina aquí. Así fue como una vez más Alanis me abrazó y me hizo sentir acompañada: encontré el video Reasons I drink, de su nuevo álbum, Such Pretty Forks in the Road, y aunque mi problema nunca ha sido el alcohol –amo el vino pero le tengo respeto; mi regla de oro es: jamás entre semana. Ni una copa. Y el fin de semana jamás sigo bebiendo si me empiezo a sentir mareada–, sí me identifiqué con algunas cosas:

Video Reasons I drink
  • Trabajo desde que tengo memoria.
  • Suelo decirle a la gente que todo está bien aunque no lo esté.
  • Muchas veces como porque «todo se siente muy profundamente cuando no estoy medicada».

Me miro en los ojos cansados, con bolsas y patas de gallo, de Alanis Morissette. En sus caderas que ya no tienen nada de afiladas. En ese vientre que ya cargó a tres hijos y no tiene porqué estar plano. En sus muslos gruesos y sus senos frondosos y en la piel que le cuelga de la cara. Donde antes hubo un óvalo perfecto hoy hay una doble barbilla y una ligera papada.

Creator: picture alliance |
Credit: dpa/picture alliance via Getty
Copyright: (c) Copyright 2020, dpa (www.dpa.de).

Estamos acostumbrados a que las «celebridades» estén en forma. Y si no es así, casi en automático pensamos que algo no anda bien. «Ha de tener problemas con el alcohol o con las drogas», aventuramos. «Quizá está deprimida (o deprimido)», pontificamos. Como si sus cuerpos, por ser «públicos», nos pertenecieran.

Me identifico una vez más, como en otras etapas de mi vida, con Alanis: ya no somos jóvenes. Pero ella, a pesar de ser una celebridad, alguien que vive de su imagen, ha aprendido a respetar y a amar su cuerpo tal y como es ahora, a sus casi 46 años de edad. (Escribo este texto el domingo 31 de mayo; Alanis cumple años mañana, 1 de junio). Y además, con el plus de que lo hace evidente, no intenta esconderlo. Parece decir: «Esta soy hoy en día. Se acabó la chica rebelde y flacucha. A quien le guste, bien; a quien no, también».

Y esto, señoras y señores, también es un acto de rebeldía.

Yo todavía tengo problemas para lidiar con el envejecimiento: a mi rutina de anotar cada cosa que me meto a la boca y ejercitarme para encontrar el «equilibrio» que me hará, si no adelgazar sí por lo menos conservar mi peso en un nivel aceptable, esta cuarentena se sumó la de las cremas especializadas, el yoga facial y la esponja electrónica overpriced para lavar, exfoliar y dar masaje al rostro.

Una más a la ya larga lista de mis obsesiones.

Pero al final, otra vez, otra canción de Alanis me da esperanzas. Se llama Smiling y también forma parte de Such Pretty Forks in the Road y de la gira que iba (o va, esperemos) a hacer este 2020 para celebrar los 25 años de Jagged Little Pill. Todavía no hay video oficial, así que les dejo esta interpretación, que, como todo en estos tiempos de #Covid19, hizo Alanis desde su casa para el show de Ellen DeGeneres.

Alanis Morissette interpreta ‘Smiling’ en The Ellen Show

Y las primeras estrofas de la letra:

This is a life of extremes
Both sides are slippery and enticing
These are my places off the rails

And this, my loose recollection of a falling
I barely remember who I failed
I was just trying to keep it together

This is my first wave of my white flag
This is the sound of me hitting bottom
This my surrender, if that’s what you call it
In the anatomy of my crash

And I keep on smiling
Keep on moving
Can’t stand still

Tengo que agradecerle algo más a Alanis: al igual que ella, no me puedo quedar quieta.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Irma Gallo dice:

    Hola Eric:
    Muchas gracias por tu lectura y comentarios! Sí funciona el link; le acabo de dar click.
    Saludos

    Me gusta

  2. Eric Solano dice:

    El ritmo narrativo que manejaste me mantuvo sin despegar los ojos de la pantalla hasta terminar de leer. Comentario aparte: parece que ya no funciona la liga de la presentación en el show de E.D. Saludos.

    Le gusta a 1 persona

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