Por Concha Moreno
No soy una gran lectora de fantasía, pero admiro a varios autores de ese género. Si podemos poner a Elena Garro, Ursula K. Le Guin, Agota Kristof y Silvina Ocampo en el género, digamos, entonces la mayor parte de los escritores fantásticos que leo son mujeres. Pero ese examen es muy sesgado, si vemos la lista de los ganadores del Nébula o el Hugo –los grandes premios para los escritores de fantasía– veremos que casi todos son hombres. Es decir, el mundo de las hadas es un club de Toby.
Y las heroínas fantásticas tampoco abundan. Justo en eso pensaba cuando disfrutaba de The secret commonwealth, la novela más reciente del gran Philip Pullman.

Pullman, inglés, es el creador de la serie conocida como La materia oscura (seguro les suena, hace unos meses fue serie televisiva), trilogía de novelas hechas para público juvenil que resuenan con los lectores de cualquier edad. Y la protagonista es, acabáramos, una niña: Lyra Silvertongue, designada por una profecía, claro, a ser la que traiga equilibrio a los mundos cuánticos.
En La materia oscura aparecen personajes adorables, como Faarder Coram, un «giptiano» (los gitanos del mundo de Lyra, unos rebeldes que se revuelven con la fiereza de los oprimidos) o Lee Scoresby, gran explorador de las nieves. Si algo es entrañable de la serie son los daemons o demonios, animales que reflejan la esencia de la persona a la que siempre acompañan; en el mundo de Lyra daemons y seres humanos son inseparables, no existen el uno sin el otro. Y lo que más me gusta es que la historia está plagada de mujeres fuertes e inteligentes como Ma Costa, la matriarca invencible de los giptianos o la señora Coulter, un personaje que no se sabe si uno debe compadecer u odiar (odiar, sí, la neta).
La materia oscura es una trilogía que lidia con temas complejos como la fe, la razón, la ciencia, la religión y la ética. A Pullman, que detesta cordialmente al cristianismo, le gusta mucho la física cuántica y su naturaleza casi esotérica. Lyra viaja por mundos, pues la física cuántica asegura que existen innumerables mundos posibles y es buscada por algo llamado «el polvo», la materia oscura del título. Al final, la tensión entre Lyra y las huestes protocristianas que la persiguen estallará en una guerra de la que nadie saldrá indemne.
Después de La materia oscura Pullman nos había prometido regresar al universo de Lyra. Tuvimos que esperar veinte años a que llegara a nuestras manos The book of dust, otra trilogía.
No estoy muy convencida de que ésta sea tan buena como la original, pero vaya que es disfrutable. Me bebí La Belle Sauvage, la primera entrega de la serie, en menos de una semana. Y The secret commonwealth, segunda parte, ha sido una de mis fuentes de aventuras en estos días de guardar.
En The book of dust, conocemos el origen de Lyra y también su vida como adulta y las decisiones que ha de tomar ya bien consciente de su sino, y la verdad es que habrá momentos en los que no seremos sus seguidores.

Eso es lo increíble de los libros de Pullman: nunca subestima a sus lectores y los enfrenta a momentos complejos en los que las opciones no parecen asequibles y cualquiera significará perder algo. Como en el mundo, los mundos, reales.
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