Ya lo dijo Kim Kardashian


Por Concha Moreno (Foto de portada: Autorretrato de Vincent Van Gogh. Google Art Project)

En diciembre de 1998 sucedió. Una sensación intimidante me salía del pecho, como si tuviera que nadar en un mar viscoso que estaba decidido a tragarme. Era la depresión. Yo tenía 15 años.

Desde niña algo sucedía conmigo. Tengo las memorias de una infancia feliz, llena de libros, viajes y amor, pero lo que no recuerdo es ser feliz yo misma. A los 7 años sentía una acusada nostalgia «por mi infancia».

Cuando cumplí 16 años había pasado por varios ataques de ansiedad, furias repentinas y profundos abismos de depresión que mis padres no se explicaban. Fui a mi primer psiquiatra, el doctor me dijo que todavía no podía diagnosticarme nada porque los adolescentes «de por sí están locos». Así que ahí estaba yo: tomando ansiolíticos y sin saber qué me pasaba.

Los girasoles, obra de Vincent Van Gogh

Después de varios terapeutas conocí a Diana, mi shrink, a la que le debo sobrevivir a los peores tiempos de mi vida. Ella me dio una definición: lo que te pasa se llama trastorno bipolar, naciste con ello y te acompañará el resto de tus días. No sé en ese momento qué fue peor, no saber o saber. Sonaba como una sentencia. Después aprendí a vivir con ello. Es importante saber que con tratamiento farmacológico y terapia se puede llegar a buen puerto y hasta a ser asintomático.

El trastorno bipolar ha sido muy traído y llevado por diversos productos culturales, desde las obras de teatro de los griegos clásicos –la Electra de Sófocles– hasta las telenovelas de Televisa. La razón es que es muy dramático: la personas con bipolaridad somos inestables, histriónicas, tocamos el cielo y los infiernos. No inspiramos confianza, pero sí empatía y hasta compasión.

No es casualidad que grandes artistas como Vincent van Gogh o Virginia Woolf sean asociados con el mal. Me parece un cliché relacionar el don artístico con la locura o con los males afectivos (como se debe llamar a los trastornos emocionales), pero en el caso del trastorno bipolar al parecer sí hay un enlace entre los genes de la creación y la enfermedad.

La escritora inglesa Virginia Woolf. Foto: Wikipedia

Pero no es necesario irse hasta el fondo de nuestra naturaleza, es fácil explicar psicológicamente la relación estudiando el perfil del propio trastorno; los bipolares en estados maniacos –es decir, momentos de gran euforia sin razón aparente– están más dispuestos a arriesgarse y a pensar que su voz es más bonita que la del resto de los pájaros, ambas cualidades son fundamentales para crear. En momentos de depresión profunda, crear puede ser una buena evasión, si bien en esos momentos lo cierto es que uno lo que quiere es morirse. De ambos extremos, el que no le deseo nunca a nadie es el de la depresión: la perra negra que muerde y mata, como le decía Churchill, otro bipolar.

Todo esto me vino a la cabeza (soy una pésima reportera, la coyuntura hasta el final) por todo el asunto tan traído y llevado de Kanye West y su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. ¿Es Kanye bipolar? No sé, ya lo dijo Kim Kardashian, su esposa: Kanye pasa por extremos emocionales con los que solo se puede lidiar con mucho amor y paciencia.

Con los muchos chismes que hay entre Kanye y Kim, muchos oxigenados por el propio episodio maniaco del rapero metido a político, la cosa divertida es que la voz de la razón ha sido la de Kim, ella misma adicta a los escándalos. Kim hace unos días publicó en su Intagram una explicación de lo difícil que ha sido su vida al lado de un hombre bipolar. Ya lo dijo la Kardashian: si bien es cierto que la familia tiene un papel fundamental, frente a un adulto en esos estados está totalmente vencida. «El individuo mismo es el que debe buscar ayuda». #PreachKim

PARIS, FRANCE – MARCH 02: Kim Kardashian West is seen arriving at a restaurant on March 02, 2020 in Paris, France. (Photo by Pierre Suu/GC Images)

Si de esto que escribo alguien quiere sacar un aprendizaje, que sea el siguiente: el trastorno bipolar es una condición grave que necesita ser atendida. Alguien que no ha experimentado una enfermedad afectiva-mental quizá no lo entienda –mis padres no lo entienden, por ejemplo. Hace falta mucha educación al respecto.

Si usted vive con alguien enfermo, amor pero también dejar ir. Véase en el espejo de Kim Kardashian. A veces lo que importa es que los más cercanos mantengan la cordura. Solo una mente firme ayuda a traer el enfermo a tierra.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. lavie dice:

    ¡Qué lectura tan interesante! Gracias por el aprendizaje. Saludos 🙂

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