Por Mónica Maristain
Admirar profundamente al escritor Jeffrey Eugenides (1960), corroborar que en su último libro decepciona un poco, aunque siempre es bueno conectarse con su pluma, esa estética de la literatura estadounidense que siempre entretiene y nos hace todavía más lectores.
Dice la editorial que Denuncia inmediata (Anagrama) es “una lúcida mirada sobre los anhelos y las contradicciones humanas”: Un joven viaja por el mundo en busca de iluminación y se enfrenta a todo tipo de experiencias, no siempre agradables; una estudiante de origen indio seduce a un profesor buscando una salida desesperada a la situación de su familia; un poeta fracasado que ha encontrado trabajo en la editorial de un antiguo pornógrafo acaba dejándose arrastrar por la tentación del dinero y la América del pelotazo; un sexólogo tiene un perturbador encuentro sexual en una selva remota; un matrimonio que empezó por conveniencia acaba en desastre; un músico que toca el clavicordio se enfrenta a la dificultad de combinar su arte con su condición de esposo y padre y termina perseguido por unos cobradores de morosos; una chica decide quedarse embarazada sea como sea; una mujer visita a una vieja amiga a la que le están haciendo pruebas para saber si padece alzhéimer y le regala un libro que ambas adoraban en su juventud…

Todas son situaciones de este tiempo, esos cuentos sobre lo que estamos viviendo, pero de a ratos el libro cae por su propio peso, como si el autor viniera de un pasado donde no llega a comprender los hechos actuales.
Probablemente a todos los cuentos les falta precisamente cuento. Esa técnica por la que caemos al precipicio y luego volvemos bien peinaditos y a seguir cumpliendo las reglas sociales. Ese suicidio que nos hace otros y del que nos defendemos más o menos, porque sabemos que finalmente sobreviviremos.

Jeffrey Eugenides es muy bueno haciendo novelas. Lo ha demostrado en tres novelas excepcionales –Las vírgenes suicidas, Middlesex y La trama nupcial–, el tema de los cuentos con la gran tradición que tiene en su país, creo modestamente que le falta.
En La trama nupcial –mi libro favorito–, a ese estilo erudito y barroco para contar historias de amor que ponen en cuestionamiento todo el tiempo el valor y precio de una forma de relacionarnos con el prójimo que podría estar basada más en la literatura que en una pulsión intrínseca a nuestra condición de especie, el autor le agrega una pasión narrativa sumamente disfrutable.
Sin ningún tipo de complejos para poner en el centro de su novela discusiones propias de un círculo intelectual y universitario que lee a Derrida, Barthes y Nietzsche, entre otros, para encontrar respuestas a las preguntas que plantea su vida cotidiana, Eugenides nos lleva a su terreno, una arena movediza que aprendemos a pisar con pie de expertos.
¿Puede ser la novela una escuela de las emociones y ayudarnos a tomar decisiones trascendentes para nuestra existencia?
En el libro Denuncia inmediata hay por supuesto emociones, porque el narrador encuentra su propia materia allí. Hay uno que probablemente sea esa historia redonda que se destaca entre las otras y que se llama “Quejas”. Tiene que ver con la metaliteratura, con el Alzheimer y con esa vejez que en nuestra sociedad es pecado mortal. El autor hace una recreación de Las dos ancianas, de Velma Wallis, donde cuenta la enfermedad de una de ellas y cómo al final de la vida son en realidad nuestros amigos los que realmente cuentan y se quedan.
Influido anacrónicamente por James Joyce, Marcel Proust, Robert Musil y Virginia Woolf, Jeffrey Eugenides se ha hecho de este –su primer libro de cuentos- algo relacionado con la canadiense Alice Munro.
“En los cuentos de Alice Munro sucede algo parecido: en un relato, la protagonista es una librera adúltera, que se transforma en la encargada de una tienda de ropa en la siguiente historia, pero la fuente suele ser la misma. Cuando entregué el manuscrito a mi editor, me dijo que lo había leído como si fuera una novela, porque los distintos cuentos recorren un arco temporal que abarca toda una vida.”, le ha dicho al periodista Álex Vicente, para el periódico El País.

Hijo de padre griego-americano y madre con ascendencia inglesa e irlandesa, su obra está cargada de autobiografía: desde Mitchell Grammaticus, el griego americano que funciona como su alter ego, hasta el trío que éste forma junto a Madeleine y Leonard, todos estudiantes de la Universidad de Brown donde se graduó el escritor.
Para escribir sus cuentos, se ha guiado por una máxima, que ha confesado al periódico ABC: “Todo tiene que estar en el lugar exacto. No hay sitio para el error. Necesitas mucho control técnico, tienes que saber expresar cosas rápido y en poco tiempo tienes que crear el conflicto, los personajes, la narrativa y la resolución. Es como un cubo de Rubik al que sigues jugando para ver si logras poner los colores en el lado correcto”.
Ahora esperaremos su nueva novela, donde pone en riesgo otra vez la masculinidad y entonces nos reconciliaremos con él abiertamente. Mientras tanto, leer Denuncia inmediata con historias como “Correo aéreo”, “Jeringa de cocina”, “Música antigua”, “Multipropiedad”, “Buscad al malo”, “La vulva oracular”, “Huertos caprichosos”, “Magno Experimento” y “Denuncia inmediata”.
Publicado originalmente en Maremoto Maristain: https://monicamaristain.com/resena-denuncia-inmediata-de-jeffrey-eugenides/

Mónica Maristain Nació en Argentina. Desde el 2000 reside en México. Estudió en la Universidad de Filosofía y Letras. En Argentina dirigió las revistas Cuerpo & Mente en Deportes y La Contumancia. Aquí dirigió la revista Playboy, para todo Latinoamérica. Fue editora del Universal y editora de Puntos y Comas. Ha publicado muchos libros, entre ellos los de poesía: Drinking Thelonious y Antes. Los dedicados a Roberto Bolaño, entre ellos El hijo de Mister Playa. Prepara su libro sobre Daniel Sada: el hombre que sabía bailar.
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