Entre añoranza y esperanza, la poesía de Javier Cravioto


Por Irma Gallo

Autor de poemas, ensayos y «otros intentos», publica el poemario Los que se fueron, los que llegaron en Abismos Casa Editorial

La poesía es ese género elusivo que no cualquiera sabe apreciar, y mucho menos escribir. Es, además, el «patito feo» de las grandes editoriales, que no apuestan por publicarlo porque «no vende».

Pero las editoriales independientes sí lo están haciendo, por fortuna. Como ejemplo, Abismos Casa Editorial, en pleno año de la pandemia, publica un poemario que trata sobre la añoranza de lo que se fue y la esperanza por lo que vendrá.

«Hay una intencionalidad básica en el sentido de traer el pasado al recuerdo. Dar un testimonio de lo que en un momento hubo, y que a la distancia se percibe de una manera distinta al momento en que sucedió», dice el poeta, con respecto a la pregunta sobre la gesta de su poemario.

Javier Cravioto. Foto: Cortesía de la editorial

«Si nos referimos a la melancolía en el sentido de nostalgia, que es ese saudade, que es esa morriña de los gallegos, que es ese traer el recuerdo al presente, en el sentido de que hay una carga detrás, con mucha carga afectiva, sí, así es el poemario», comenta.

La creación de atmósferas también fue un objetivo en la escritura de estos poemas, dice Cravioto:

«Totalmente. La atmósfera se encuentra en un sitio particular, en una casa, pero también se encuentra en el camino, o alrededor de un árbol, porque esa atmósfera es lo que recrea el instante del que uno se está acordando», explica.

La segunda parte del poemario, como su título lo indica, tiene que ver con el presente, con lo que tenemos hoy; lo frágil y efímero que es.

«Es el hoy, pero no en su referente del momento actual, sino en el decir: eso que ocurre hoy igual va a ser una huella que nos dejó en el mañana, que hoy no sabemos cuál será».

Pero más que en la temática, Los que se fueron, los que llegaron, se centra en un trabajo de construcción del lenguaje, afirma su autor:

«Busca dar la idea de fondo, no quedarse nada más en el término que tal vez sería más fácil de entender para todos pero que no da la idea completa. Por ejemplo, hay una palabra que para mí es muy importante en el libro, que es la palabra «manigua». Cuando estaba buscando el término con el cual quería referirme al bosque, pero no al bosque simple, que podemos pensar en él con sus árboles y sus animales, sino el profundo bosque, encontré la palabra «manigua». Es una palabra que no se usa mucho y se refiere al bosque en su interior: las raíces, cómo se entrelazan en un mismo bosque», concluye.

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