Fran Lebowitz: cigarrillos y venganza

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Por Concha Moreno

Fran Lebowitz, Larry David y Christopher Hitchens entran a un bar… me encantaría poder completar el chiste, pero no tengo el talento cómico de ninguno de los tres. Solo podemos imaginar esa charla. Tres de las personas más contreras y amargadas del mundo. Hitchens ya murió, pero Lebowitz y David podrían toparse en un bar cualquiera de Nueva York y provocar un choque eléctrico que destruyera la ciudad.

Verán, amo a las personas contreras tanto como el vecino, pero no las tolero mucho tiempo. Me desespera la gente que tiene que ir siempre en contra de la corriente como un salmón porque piensa que eso es un tipo de personalidad (qué estoy diciendo, por supuesto que eso es un tipo de personalidad). Pero me encanta cuando me topo con un polemista que es capaza de argumentar cualquier cosa con ingenio y humor. Una película de espadachines.

Fran Lebowitz, de quien todos los que en el mundo tienen Netflix ya son (somos) fans, es de los mejores espadachines que he visto. Está chiflada, sí, pero chiflada de un modo brillante. Furiosa, fumadora, fabulosa. Si Dorothy Parker viviera la odiaría porque serían rivales en el arte del ingenio. Hay pocos lugares para los egos que viajan en el barco del wit, el ingenio humorístico tan practicado en la lengua inglesa–en la nuestra también existe el ingenio de ese tipo en forma de los poemas de Quevedo y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, pero, fuera de los albures mexicanos, no es algo que se practique todos los días en todas las fiestas como una especie de juego de mesa. Sería muy divertido ver a Lebowitz, Parker y Oscar Wilde luchando por una banca cerca de los salvavidas y la salida de emergencia.

Pretend It’s a City, la serie de Neflix sobre Lebowitz, es una concatenación de genios: dirige Martin Scorsese, con participaciones de Spike Lee, Alec Baldwin, Toni Morrison y el porpio Scorsese conversando con Fran Lebowitz. La serie sigue a Lebowitz caminando por Nueva York y charlando en presentaciones personales. Esa presentaciones son de risa loca: Lebowitz charlando con algún anfitrión (Lee es el más divertido, Scorsese el que mejor se la pasa, Morrison la más adorable) y aceptando preguntas del público como:

Pretend It´s a City. © Netflix

«¿Qué le pasará a mi hermana de 3 años que vive pegada a su iPad?». Son preguntas que tienen que ver con la vida diaria, mundanas, y Lebowitz las convierte en cuestiones fundamentales de la experiencia humana: «No me importan las personas de 3 años, después de todo no voy a tener que lidiar con ellas. Me preocupan los de 22 años porque se van a cruzar en mi camino» y les harán la vida miserable, uno podría pensar, pero no, no es solo eso, es que, y esto es importante, desde el punto de vista de la escritora (sí, Lebowitz es escritora aunque lleva casi 30 años con bloqueo del escritor, así lo dice ella) las personas en su veintena no entienden la experiencia humana. Tienen que ir texteando, comiendo pizza mientras conducen una bicicleta con los codos.

Lebowitz no es feminista aunque sea mujer: «Como soy mujer he visto que el feminismo no funciona, tiene tantos años de existir y la gente siguen preguntándose si soy mujer porque no me depilo las cejas». No es partidaria de los derechos para la diversidad sexual aunque sea lesbiana y no es necesariamente demócrata aunque sea liberal.

Trailer de Pretend It´s a City

A lo que me refiero es que no tiene esa tentación de caerle bien a nadie ni de juntarse a una tribu para que la quieran.

Lebowitz es una de las últimas gendarmes de la vieja guardia, pero lo que hace en esas charlas públicas (las más públicas de las conversaciones privada) es absolutamente posmo. ¿Quién pagaría por ver a una cascarrabias que ni es tan adorable quejándose de todo? Bueno, yo lo haría, y al parecer ahora todo el mundo: estamos pagando Netflix para verla.

En algún momento de esas entrevistas públicas, Lebowitz (no me acuerdo bien, pero creo que es una escena tomada del programa nocturno de David Letterman) dice que es adicta a dos cosas: a fumar y a meditar su venganza. Fran, quisiera fumarme un cigarro contigo aunque ya no fumo, pero sé que lo más cercana que estaré de ti será Pretend It’s a City.

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