Alfonso Reyes escribió Oración del 9 de febrero en 1930, cuando acababa de salir de Buenos Aires para dirigirse a Río de Janeiro, en su travesía diplomática
Por Irma Gallo
En el marco del Festival Alfonsino 2021, Adolfo Castañón, Premio Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y Lingüística 2020, dictó la conferencia «Una suerte de una dinastía que cae: La Oración del 9 de febrero», que dedicó a Rodrigo Martínez Baracs, hijo de José Luis Martínez.
Reyes escribió este memorial, como lo llamó Castañón, cuando tenía 51 años de edad y su padre hubiera cumplido 80.
«Es un texto raro, curioso, enigmático por varias razones: uno, que nunca fue conocido en vida de Reyes; estuvo oculto y se va a publicar 10 años después de la muerte del autor, gracias a los oficios de Manuela Mota de Reyes, su viuda. No se sabe realmente si fue por encargo del autor o por casualidad», dijo Adolfo Castañón, y manifestó su creencia en que mas bien fue por la segunda opción, por lo que pudo no haberse publicado.
Gastón García Cantú, quien siguió visitando a Manuela Mota de Reyes después de la muerte de Alfonso, se convirtió en uno de los editores de su legado, dijo Castañón.
«¿Por qué escribió Reyes este texto?, ¿por qué tuvo la necesidad de pasar al estado escrito estas precisiones si él ya había «agarrado el toro por los cuernos», y había dado cuenta del Minotauro y del laberinto, con la escritura expiatoria de su poema Ifigenia cruel, escrito años antes? No es fácil saberlo», se responde Castañón a su propia pregunta. «Reyes escribió La Oración del 9 de febrero en 1930 porque el fantasma de su padre todavía lo rondaba».

«La oración del 9 de febrero«, continuó Adolfo Castañón, «debe ser leída como una especie de recapitulación íntima, no destinada a la publicación en el momento de escribirse ni muchos años después. Es una suerte de auto diagnóstico o auto examen entre psicológico, religioso, escrito en la línea de Cuando creí morir, donde repasa sus afecciones cardiacas».
El narrador, poeta y ensayista también advirtió que
El hecho de que La oración del 9 de febrero se haya publicado 10 años después de muerto su autor «habla de su pudor, de su recato, de su probidad y de su reticencia a hacer rentable su propio duelo.
«Una inagotable lección ética que baña con su luz la obra toda (de Alfonso Reyes)» dijo «y en ese sentido La oración del 9 de febrero forma parte de esa historia secreta de Alfonso Reyes con Bernardo Reyes».
El autor de Local del mundo: civismo de Babel también se refirió a que estando en Buenos Aires, Bernardo Reyes llevaba consigo algunos textos firmados por su padre, así como la gorra con la que cayó el 9 de febrero de 1913.

Entre la serie de preguntas que se hizo Castañón como planteamiento de esta conferencia magistral, a propósito del título del texto al que se refiere, también se encontraba la de si se trataba de una plegaria por o a Bernardo Reyes.
«Esa ambigüedad impregnará todo el texto, hasta el punto de que en un momento dado podría pensarse que esa «oración» la pronunciaría el propio Bernardo Reyes a través de la interpósita voz de su hijo Alfonso», se respondió el escritor.
La Oración del 9 de febrero es una plegaria, un rezo, como musitado entre dientes, formulado por Reyes poco después de cumplir 50 años. La Oración es una veladora hecha para estar siempre encendida y a resguardo.
Después de la conferencia, Adolfo Castañón recibió el nombramiento de profesor afiliado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En la ceremonia virtual estuvieron Celso José Garza, director de Extensión y Cultura; José Javier Villarreal, director de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria y Ludivina Cantú Ortiz, directora de la Facultad de Filosofía y Letras.