Siete escritoras sudamericanas hablaron acerca de sus proyectos literarios con Mónica Maristain en la Feria Nacional del Libro Zacatecas 2021
Por Mónica Maristain
Foto de portada: Florian Klauer en Unsplash
En la reciente Feria Nacional del Libro Zacatecas 2021, este año dedicada a Ramón López Velarde, tuve la oportunidad de coordinar una mesa redonda para conocer a escritoras de Sudamérica, cada una de la cuales habló de su proyecto literario.
Arelis Uribe (Chile), Cynthia Rimsky (Chile), Ariana Harwicz (Argentina) Betina Keizman (Argentina) Hinde Pomeraniec (Argentina), Paula Castiglioni (Argentina) y Natalia García Freire (Ecuador), participaron de esta grata charla, donde hemos conocido a grandes talentos que hoy están haciendo ver a la literatura latinoamericana con una nueva fuerza y muchas propuestas novedosas.
La organizadora fue Xóchitl Marentes, desde Zacatecas, donde escuchamos hablar en principio a la escritora chilena Arelis Uribe, autora entre otros libros de Quiltras (Paraíso Perdido). Nacida en 1987, es periodista de la Universidad de Santiago y magíster en comunicación política de la Universidad de Chile. Actualmente cursa una maestría en escritura creativa de la New York University. Su libro de cuentos Quiltras (Los libros de la Mujer Rota) obtuvo el premio del Ministerio de Cultura de Chile al Mejor Libro de Cuentos del año y que fue luego publicado en España (Tránsito, 2019), México (Paraíso Perdido, 2020) y Francia (Quidam, 2021). En 2021, publicó la novela Las heridas (Emecé).

Arelis Uribe
Arelis Uribe: La literatura como una lucha de clases
“Me encantó lo de Fenaliz, suena a final feliz (dijo sobre la Feria Nacional de Zacatecas). Es profundo como una estaca la pregunta de proyecto literario. Yo estudié periodismo y mi proyecto viene de ahí. Soy lectora desde que soy adolescente. Luego de transitar mucho por el periodismo, quise explorar la ficción, aunque me tira mucho la no ficción”, dijo Arelis.
“Me tira mucho Pedro Lemebel, Violeta Parra, me gusta mucho ese cruce; al respecto de mi proyecto literario creo que la literatura puede ser política y puede ser usada no como un panfleto, pero sí como con una intención y sensibilidad, la mía es muy profunda porque soy hija de padres trabajadores. La literatura en general es muy fresa y por eso escribí Quiltras, que habla de un perro callejero, que no tiene origen ni destino. Mi proyecto literario parte de las clases bajas y de los no machos, del macho clásico”, afirmó.
“Donde más se me ha dificultado es romper el lenguaje para hacer juegos con él. El ejercicio de escribir es una resistencia anticapitalista, porque no es productivo. Escribir por el amor al arte de usar las palabras, mientras lo haces no tiene una recompensa literaria. Es una búsqueda personal”.
Arelis Uribe

Cynthia Rimsky
Cynthia Rimsky: dando valor a lo minúsculo, a lo pequeño
Cynthia Rimsky, Santiago de Chile, 1962. Su escritura se desplaza por la ficción, lo real/ documental. Incorpora imágenes, poniendo énfasis en los procedimientos y la poética. Ha publicado los libros: Poste restante, La novela de otro, Los Perplejos, Ramal, Fui, El futuro es un lugar extraño, En obra, La revolución a dedo. Profesora en la carrera de Artes de la escritura, UNA, Buenos Aires, país en el que reside.
“Mi búsqueda personal, que preferiría hablar más que de una obra, fue cambiando mucho desde el primer libro, Poste restante. Fue un libro tipo collage donde se mezclan imágenes, fragmentos y muchos materiales documentales. Lo que descubrí es una manera de leer, toda esa primera fase fue la literatura de experiencia. No me interesa la no ficción, ni lo real, sino ir recolectando materiales que vas leyendo desde algo que no es real, donde no existen etiquetas, donde no entre lo referencial. Tratando de hacer entrar elementos muy minúsculos, muy pequeños, que no tienen un valor literario y a darles entonces un valor”, afirma Cynthia.
“Las relaciones entre los objetos, entre las cosas que ocurran, sean diferentes a como ocurren en lo real y esa es una de las búsquedas que más me interesan. Así fui trabajando, me da mucha curiosidad todo, mis libros son muy preguntones. Hay una cosa de literatura de mujeres que nos debemos a nosotras: saltar a la ficción. A las mujeres nos castran mucho la imaginación. Eso tiene que ver con mi estada en la Argentina, porque en este país se da a la literatura mucho espacio a la imaginación”, agregó.
“Hay una corriente donde la imaginación es muy transgresora y eso me interesa mucho”, agregó.
“Si te fijas en general nos asignan los lugares donde la literatura tiene términos referenciales. Donde la imaginación está puesta al ciento por ciento, que es un territorio todavía tomada por los hombres. Mis últimos libros tienen mucho que ver con esa generación que luchó contra la dictadura de Pinochet y que militaba en algo que hoy ya no existe y que era la verdad. Me interesa mucho saber qué pasó con esa generación, no partiendo de la memoria, sino del olvido. Imaginar esos huecos que no están y derrapar un poco a esos personajes. Sacarlos de la hiper creencia en el socialismo, en la Revolución, en Lenin, en Marx, esa generación arrastrada por la duda”, expresa Rimsky.

Ariana Harwicz
Ariana Harwicz: No a la literatura comprometida
Ariana Harwicz nació en Buenos Aires en 1977 y vive en el campo en Francia desde 2007. Su primera novela, Matate, amor (2012) fue publicada en inglés en 2017 bajo el título Die, My Love. Integró la shortlist del Premio República de la Conciencia 2018, nominada para el Primer Premio del Libro en el EIBF 2017, la lista larga para el Man Booker International 2018, el mejor libro extranjero traducido en su versión alemana en 2019 y fue finalista de la BTBA 2020.
Escribió tres novelas en “una trilogía involuntaria” sobre la maternidad y la pasión: Matate, amor, La débil mental y Precoz.
Su cuarta novela, Degenerado, fue publicada por Anagrama en 2019. Sus novelas fueron adaptadas al teatro en varios países como Argentina, España e Israel y al cine en Estados Unidos en 2021.
En 2021 publica en Argentina, España y México, Desertar, un libro de conversación sobre traducción y deserción de la lengua materna, junto a Mikaël Gómez Guthart.
“Qué momento tan álgido y difícil y a la vez interesante para la participación de una intelectual en el campo político. No está Lenin, no está Marx, pero desde que yo publiqué mi primera novela, Mátate, amor, nunca sentí la responsabilidad enorme que tenemos las escritoras de tener que decir algo. Esa responsabilidad es un arma de doble filo, que me encanta, a ver para dónde voy. En mi caso, tengo la intervención política de escribir artículos a la vieja usanza y la otra arma política es que la literatura no sea comprometida. Lo cual es una paradoja. Milito por la doble militancia. Acabo de hacer algo en contra el antisemitismo y al mismo tiempo, pero también trato de que mis libros no sean a primera vista considerados como libros comprometidos. Que no se me pueda identificar como la escritora sionista o religiosa. Por eso escribí Degenerado, un panfleto contra el panfleto. Traté de ir al extremo de lo que no soy para tratar de correr a las mujeres del lugar de identificación en el que yo creo que están y a mí no me gusta. Cada uno escribe como quiere, pero a mí no me gusta este modelo de literatura y no quiero hacerlo. Ahora estoy en la disyuntiva, siento una gran responsabilidad y el hecho de estar en el extranjero me genera una relación con mi lengua materna enrarecida. A medida que pasa más tiempo esa cercanía sentimental con la lengua se vuelve más melancólica y eso está en mis libros”, dice Ariana Harwicz.
“Tengo que darte la razón en el sentido de que no es una literatura política, pero sí hay un movimiento político de correrme de esas literaturas de identificación, adonde el mercado nos manda. Nos da mucha visibilidad, pero al mismo tiempo nos dicen: vayan para allá. El gesto es mío es correrme, es salirme de una fila. El intelectual tiene que salirse de la fila, yo veo a los intelectuales bastantes sometidos”, agrega.
“El lenguaje lo es todo. Mira Aharon Appelfeld, elige cambiar de lengua, elige el hebreo como su lengua literaria, para no hablar el personaje de los asesinos, de los nazis. Otros eligen quedarse en su tierra, como Kertész, que dice que si se va pierde la lengua y no va a poder ser escritor. Yo decidí irme al francés para poder mirar el español de otro modo”, afirmó Harwicz.

Hinde Pomeraniec
Hinde Pomeraniec: La literatura, el periodismo y el tiempo
Hinde Pomeraniec es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), periodista y editora. Fue docente universitaria de la carrera de Letras y ejerció la docencia en talleres y escuelas privadas de periodismo. Trabajó durante los últimos 30 años en la prensa gráfica, radio y TV. En la actualidad, es la editora de Cultura de Infobae y conduce el programa sobre libros Vidas prestadas, en Radio Nacional.
Es autora de los libros Katrina, el imperio al desnudo (2007, Capital Intelectual), Rusos. Postales de la era Putin (2009, Tusquets), Blackie, la dama que hacía hablar al país (2010, Capital Intelectual), ¿Dónde queda el Primer Mundo? (2016, Aguilar), este último en coautoría con Raquel San Martín, Soy mi madre, soy mi hija, soy yo (2019, IndieLibros) y Rusos de Putin. Postales de una era de orgullo nacional y poder implacable (Ariel), ampliación y actualización del libro publicado diez años atrás. Además, ha participado con artículos y entrevistas en varios volúmenes colectivos y es autora de literatura infantil y juvenil. Su último libro para niños es Lu, Lucy, Lucía (Editorial Norma).
En 2015 fue una de las organizadoras de #NiUnaMenos, la jornada de movilización masiva del 3 de junio en contra de la violencia machista y los femicidios. En 2017 resultó ganadora del Premio Konex de Platino en la categoría Periodista.
“Yo escuchaba a las chicas hablar de determinadas cosas, semejante nivel de escritoras y de intervenciones. Está el tema del tiempo para las mujeres. Mis primeros libros fueron los libros de mis domingos, ese es el lugar que uno eligió y que la escritura llegó a mí como ficción, hoy que mis tres hijos están grandes, como la literatura para chicos. No creo en la literatura como diminutivo. No me parece casual que me hayan llegado tan de grande, incluso mis libros periodísticos los empecé a escribir después de los 40. ¿Cuándo me dejo el tiempo ahora para mí? Los libros que tienen que ver con Vladimir Putin, son libros periodísticos, pero aparecen resortes narrativos y siempre me atrajo mucho ese doble juego que se puede investigar y que aparezca una intervención leve ligera, de un yo que está ahí para contar lo que el otro no está viendo, el yo-testigo. Me gusta trabajar con los otros escritores, soy una lectora que se entusiasma con escribir y me gusta saber cómo se hace para estallar una lengua, como se hace para que un escritor invente el lenguaje con el que escribe”, dice.
“Lo que me parece es que cada vez es más interesante es saber cuál es el proyecto de escritor. A mí me cuesta correrme de ese lugar donde me entusiasmo con lo que escriben los otros y en ese sentido trato de hacer otro periodismo, que es una manera de hacer literatura. Ahora estoy preparando un libro que se llama Las escondidas, que es sobre mujeres que fueron ignoradas en su tiempo y aparece el yo ligero, ese que me gusta, para narrar las historias desde el punto de vista que quizá pudieron tener ellas”, agrega.
“Mi proyecto siempre es leer mucho, también escribir más y sobre todo pelear por ese tiempo que sigue faltando, porque además vivimos de esto, yo vivo del periodismo, para poder dedicárselo a la literatura”, expresó.

Betina Keizman
Betina Keizman: Defensora absoluta de la ficción
Es escritora y traductora. En 1997 se publicó su nouvelle El secreto de Marlene Rochell (Ed. Colihue, Buenos Aires) y en 1999 su libro de cuentos Zaira y el profesor (Ed. Beatriz Viterbo, Buenos Aires) que recibió el subsidio de la Fundación Antorchas a la creación artística-cuento. Es autora de El misterio de Arquímedes en editorial Alfaguara Infantil, México y de El museo de los niños en Ediciones Progreso, México (que recibió una mención honorífica en el concurso de cuento infantil “Juan de la Cabada”, 2000). En 2014 publica su novela Los Restos en ediciones Alquimia, Chile y en 2018 la novela Recurso de amparo en Editorial La Pollera. Vivió en México, en Francia y en Chile. Actualmente reside en Argentina.
“Viví en muchos lados y tengo experiencias con otros lados y con otros idiomas, porque una cosa es el español de Chile, el de Argentina, el de México. Hay una explosión de lenguas que son muy diferentes y que me interesa explorar. Mi proyecto literario tiene que ver con la otredad y con encontrar lazos entre cosas que no son tan evidentes. Soy una defensora absoluta de la ficción, me interesa más la duda que la certeza, más la exploración. Por eso y en todo lo que escribo hay una introducción de la imaginación y de la ficción por aquello que no es esperable. Me interesa la tensión entre lo que no estaba previsto. Hoy tiene un sentido político bastante evidente, todos vivimos una sensación de que no hay otros imaginarios posibles. Me parece que la literatura aporta mucho a cierta gimnasia mental y afectiva de poder ponerse en otros lugares”, expresa Betina Keizman.
“En mi novela Los restos, por ejemplo, hay un universo apocalíptico, que intenta entender qué es lo que se degrada. Recurso de amparo, que es mi segunda novela, está inspirada en el incendio de Cromagnon, donde hubo muchos muertos jóvenes y cuando empecé a investigar me tocaron casos parecidos en todos lados. Lo que me interesó más que una investigación, es pensar en un deudo que no sufría. El personaje es un fotógrafo al que se le muere su padre en ese incendio y defiende que no le importe esa muerte. Me interesa la literatura como un espacio que tensione lo real con lo imaginativo, no como acción, sino como la posibilidad de pensar de otros modos”, agrega.
“Me interesa también el tema de los lenguajes. Escribí una novela que se llama El Diablo Arguedas, que trata tangencialmente sobre Arguedas, el escritor peruano, que aparece aquí como un fantasma. El espacio de la duda es lo que me interesa. El personaje llega a un lugar donde no entiende nada, ¿cómo uno se puede encontrar hoy con cierta visión del mundo? Reivindico mi condición de escribir ficción como mujer argentina, latinoamericana, sin necesidad de responder a ciertas casillas”, afirmó.

Paula Castiglioni
Paula Castiglioni: La literatura es terapéutica
Paula Castiglioni nació en Buenos Aires en 1984. Trabaja como productora y guionista en programas de investigación que se centran en temas policiales y sociales. Pistoleros, su primera novela, obtuvo el 17º Premio Internacional de Narrativa “Ignacio Manuel Altamirano”, otorgado por la Universidad Autónoma del Estado de México.
“Yo la escuchaba hablar a Arelis Uribe y me tocó el corazón. Ese tema de la sensibilidad social cuando uno escribe y la responsabilidad que hablaba también Ariana, que uno tiene al escribir para no sacar algo panfletario. En Pistoleros quise transmitir eso. No habla del narcotráfico, por lo que menos el que se ve en las noticias. Hablo de los grandes narcos, de esos a los que no los vemos. No quería estigmatizar a la gente de bajos recursos, acusándolos de narcos. Mi proyecto literario es exorcizar todos esos pensamientos y esos demonios que tengo dentro, para mí la literatura es terapéutica”, dice Paula Castiglioni.
“La protagonista de mi novela se llama Anita, que es una antigua esclava sexual y se pone de novia con un narco, que cuando las cosas le salen mal, la golpea. El personaje de Anita lo tomé prestada de una investigación, de una persona que se hacía llamar así, era una chica que había sufrido tres abortos, había sido violada sistemáticamente, pero tenía muchas ganas de vivir”, agrega.

Natalia García Freire
Natalia García Freire: ¿Una máquina para qué?
Natalia García Freire, nació en Cuenca, en 1991. En 2016 cursó el master de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid. Actualmente vive en Ecuador, trabaja como profesora de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Su primera novela Nuestra piel muerta se publicó en octubre de 2019 en la Editorial española La Navaja Suiza. Tiene un jardín, un gato y escribe.
“La verdad me siento como la nena aquí, escuchando a escritoras que he leído. Para empezar, digo que Nuestra piel muerta se editará en México con Paraíso Perdido. Esa novela es el inicio de una intención de dedicarme a escribir, es una novela corta, sobre la naturaleza, la tierra, la venganza, la parte rural de Ecuador y el conflicto que existe sobre la tierra. Mucho de esta novela tiene esta premura por algo que ya comentaban las escritoras, el combinar el tiempo de escritura con algo más”, dice Natalia García Freire.
“Cuando yo vivía en España trabajaba como niñera casi 16 horas al día, la escritora era del domingo, hacerlo todo a máquina, sacar lo que se pueda en esas horas, en una biblioteca, con muchos libros alrededor; una vez que volví a Ecuador, me di cuenta de que la escritura está condicionada por temas económicos y sociales y eso determina los libros que uno escribe. Cuando era niña desarmaba máquinas, desarmaba radios y siempre quise inventar una máquina. Claro, no sabía para qué era la máquina y la literatura me parece eso: quiero escribir por escribir. Quiero armar algo a través del lenguaje que gire, que funcione, que se articule. Quiero responder preguntas que nadie me ha respondido y las quiero responder a través de la ficción”, agrega.
Publicado originalmente en Maremoto Maristain. Aquí:
https://bit.ly/3ivaasd

Mónica Maristain. Nació en Argentina. Desde el 2000 reside en México. Estudió en la Universidad de Filosofía y Letras. En Argentina dirigió las revistas Cuerpo & Mente en Deportes y La Contumancia. Aquí dirigió la revista Playboy, para todo Latinoamérica. Fue editora del Universal y editora de Puntos y Comas. Ha publicado muchos libros, entre ellos los de poesía: Drinking Thelonious y Antes. Los dedicados a Roberto Bolaño, entre ellos El hijo de Mister Playa. Prepara su libro sobre Daniel Sada: el hombre que sabía bailar.
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