Por Irma Gallo
A partir de un cuadro depresivo que sufrió, Cristina Liceaga escribió su segunda novela, Infestados (Libros del Marqués, 2021), la historia de Susana Jáuregui, una mujer nacida en Arandas, Jalisco, que hereda el padecimiento mental de sus antepasados.
«Me salió del corazón; no hubo ningún trabajo previo», dice la escritora nacida en Ciudad de México. «Me acordé de lo que había sentido, de cómo lo había vivido».
Pero la depresión no es la única maldición familiar con la que Susana no consigue romper:
«Al inicio nada más era sobre la vida de Susana y cómo sentía la depresión». —Explica la escritora en videollamada desde Buenos Aires, en donde reside desde el inicio de 2022—. «Pero al momento de ir a un taller literario con Edson Lechuga, leyendo lo que tenía escrito, una compañera me dijo: ‘A mí se me hace que entre los primos hay algo’. Porque, de hecho, el personaje de Santiago ya estaba y cuando la empecé, iban a contar la historia de depresión de cada quien en primera persona».

Después de la contribución de su compañera del taller literario, Cristina se dio cuenta de que la historia de amor de Susana y Santiago se enraizaba en la de los abuelos, dos generaciones atrás.
Estos secretos familiares que hay en cualquier familia.
Cristina Liceaga
«La historia de amor entre los primos es completamente inventada, pero lo que siente Susana sí lo he vivido yo; lo describo como lo he vivido», dice la autora, que sitúa la historia en una ciudad jalisciense de fuerte tradición religiosa, en donde observar y respetar «la moral y las buenas costumbres» es lo mínimo para poder sobrevivir.
«Mi papá nació en León, yo viví tres años ahí y sí, eran completamente mochos, cerrados, etc., pero por otro lado muy hipócritas porque dicen que tienes que llegar virgen al matrimonio, y todos mis primos se han casado porque embarazaron a la novia. Y Los Altos es una cosa… Los Altos empiezan a media hora de León, ahí está Lagos de Moreno; ahí empiezan Arandas y todos estos pueblos de Los Altos a los que he ido. Y me llamaba la atención el conservadurismo, lo rígidos que podían llegar a ser».

Cuando visitó Arandas, una imagen en particular se le quedó grabada a Cristina Liceaga:
«Me acuerdo que entré a la iglesia y estaban unas señoras cantando, con la mantilla, vestidas de negro, cantando loas al Señor, y dije, ‘¿qué es esto?, ¿estamos en 1890 o a principios del siglo XX?’ Fue impresionante sentir esa asfixia, ese ambiente», cuenta.
En este escenario, dice Cristina «vivir una enfermedad mental ha de ser horrible, vivir una historia como la de los abuelos de Susana también ha de ser horrible».

La maternidad, un proceso de por sí complejo para cualquier mujer, se convierte en un disparador de la enfermedad mental de la protagonista; cuando nace su hijo Toñito todo parece ser felicidad, pero poco a poco las bestias volverán a aparecer. Cristina Liceaga también abrevó de su propia experiencia para escribir estos pasajes:
«Para mí al inicio ser mamá sí fue bien difícil porque el papá de Isabel es italiano, entonces, cuando Isabel estaba chiquita vivimos una temporada en Italia y sí fue bien difícil estar sola, en un país con mucho frío en invierno, sin conocer a muchas personas», dice.
Mi niña era mi razón de ser pero también a veces me volvía loca y me deprimía.
«Spoiler: Susana pierde un bebé y yo también perdí un bebé; no fue como lo narro en la novela; fue diferente completamente pero me costó mucho trabajo escribir esa parte. Cuando la estaba releyendo para las correcciones de la edición impresa no podía seguir, lo tenía que dejar», concluye.
Infestados ya se puede conseguir en la mayoría de las librerías mexicanas. Está publicada por Libros del Marqués.
Si quieres ver la versión en video de la entrevista que le hicimos a Cristina Licega, da click aquí:
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