Sensación térmica, un relato con humor negro de la violencia de género


Por Irma Gallo

Por razones obvias —siete mujeres son víctimas de feminicidio cada día, solamente en México—, la violencia de género es tema cada vez más frecuente de la literatura contemporánea. Sin embargo, pocas escritoras —y escritores, que seguro habrá— se atreven a tratarlo con sentido del humor.

Parecería un contrasentido, pero de ninguna manera lo es: lo que hace Mayte López (Nueva York, 1983), en Sensación térmica (Libros del Asteroide, 2021) es un verdadero hallazgo: no le resta crueldad ni crudeza al relato de la violencia que sufren los personajes femeninos de su novela —Dalia, la madre, Luciana, la amiga— por parte de los hombres a los que aman con ese amor ciego, necio, sumiso, que nos enseñaron décadas, siglos, de educación sentimental, sino que, por medio del humor negro y de la fina ironía proporciona al lector el alivio, el descanso necesario y el contrapunto de inteligencia que es justamente lo que se echa de menos en los culebrones.

Disfruté mucho esta novela. Aquí, con un delicioso capuchino en la colonia Narvarte, muy chilanga. Foto: Irma Gallo

Lucía es una joven mexicana que ha logrado huir de la violencia de su hogar al conseguir una beca para estudiar en Nueva York. Su padre, al que Dalia, su madre, idolatra y consiente todo —entre otras razones porque era «igualito a Vicente Fernández» cuando estaba joven— ejerce ese tipo de violencia descarada, burda, soez y brutal del macho que siente que todo lo que está dentro de «su» casa le pertenece, incluyendo a las mujeres que ahí viven.

En Nueva York, donde renta, junto con su amiga Alma, un departamento infestado de ratones en el East Village, Lucía conoce a Juliana, una colombiana que, al igual que su propia madre, se enamora sin reservas de un hombre que la humilla, se burla de ella, la violenta: un profesor mexicano bastante mayor que ella que se siente sexy, irresistible, y sobra decirlo, una eminencia en su campo, la sociología.

Mayte López presentando Sensación térmica en Madrid junto con Brenda Navarro. Foto: Facebook de Mayte López

Aderezado con versos de letras de canciones populares mexicanas, desde Luis Miguel hasta Cielito Lindo, Te vas porque yo quiero que te vayas o el Príncipe de la canción, en el relato que hábilmente teje Mayte López la construcción de las atmósferas por donde transitan sus personajes es otro enorme acierto: la chilanguez se puede palpar en un estuche para lápices de Hello Kitty en una escuela primaria de los ochenta; en la costumbre de ver Corazón salvaje y la anécdota de que Eduardo Palomo —Juan del Diablo en la telenovela— murió de un infarto mientras reía a carcajadas; en una bolsa de Rancheritos devorada en la espera de un aeropuerto; así como en la birria más asquerosa de La Polar, y lo mismo sucede con la diáspora latinoamericana en los Yunited, y particularmente en Niuyork, con estas jóvenes mexicanas y colombiana que todavía no logran acostumbrarse a los resbalones que provoca la nieve en las aceras, al acoso de Mr. Pokorny, el casero, o a las tormentas que traen como consecuencia el cierre de escuelas y comercios y las obligan a encerrarse, con todo y ratones, en el departamento del East Village.

Pero no vayan a creer que los fragmentos canciones se insertan en el texto por un afán de la autora de presumir su conocimiento de la música popular más comercial mexicana, sino como un recordatorio pleno de humor e ironía de cómo estas han contribuido a que crezcamos esperando al príncipe azul, esa construcción del patriarcado que tanto dolor, tanta soledad, tanta violencia ha provocado.

Mayte López. Foto: Facebook de la autora

Como la vida no es eterna, y hasta en las mejores historias los malos reciben su merecido, el violento padre de Lucía se verá reducido a una situación de salud que lo incapacitará para valerse por sí mismo, y entonces ella tendrá que volver a enfrentarse a ese fantasma del pasado.

No quiero hacer spoiler así que no les contaré más. Corran a comprar Sensación térmica. Si están en el chilango, pueden conseguirla en su Librería Gandhi favorita o en la tienda online, o bien, bajo pedido en U-tópicas, en la hermosa librería feminista de Coyoacán. Ya si de plano no la encuentran en estas dos, o en su librería de barrio favorita, también lo pueden comprar —ni modo— en Amazon. El chiste es que la lean, porque es una muy bien escrita, con un sabor agridulce que les encantará.

Y les doy mi palabra.

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