Aftersun, una película que flota en los aires de la memoria


Por Octavio Cervantes

Todo recuerdo está destinado a quedar para la eternidad en el pasado. No obstante, las fotografías nos pueden llevar por unos instantes a ese lugar nuevamente. Cuando las imágenes nos cuentan una vez más la historia, podemos decir, efectivamente, que hemos vuelto a vivir. 

Aftersun (2022) utiliza como hilo conductor tal premisa para contar una historia etérea. Su recurso es el fotograma de la cámara antigua. Se trata de la ópera prima de la británica Charlotte Wells (Edimburgo, 1987) que narra un recuerdo de la pequeña Sophie (Franckie Corio) acerca de un viaje que tuvo con su padre Calum (interpretado por el irlandés Paul Mescal, nominado al Óscar por esta actuación). La historia es muy sencilla, pero en su desenvolvimiento se despliega por medio de detalles primero poco evidentes, después claramente explícitos: un subtexto trágico. Sophie se encuentra en esa edad incómoda de los once años, pues no termina de ser totalmente una niña, aunque va adquiriendo consciencia acerca del funcionamiento del mundo, y tampoco es una adolescente, pues es evidente que no tiene ni la edad ni las hormonas (tampoco la estupidez) como para encajar totalmente con chicos mayores. Ese campo se explora un poco, pero es solo un medio por el cual se nos presenta la atmósfera de la película. 

El filme se posiciona desde la aproximación de la vida interior de los personajes y cómo, a partir de ello, conciben su realidad. Podemos ver a la pequeña Sophie jugando, disfrutando de la compañía de su padre, incluso preguntando cosas que percibe y no le hacen sentido -como la cuestión de la separación de sus padres-. Pero, más interesante aún, vemos en el padre de Sophie actitudes inquietantes. Ese se convertirá en el hilo conductor de la película. Una de estas escenas es cuando se sube a los barrotes del balcón de la habitación del hotel, supuestamente para saludar al sol, no obstante, está poniendo su vida en riesgo. Un diálogo muy significativo que refuerza las sospechas de esa “extraña” actitud del padre es cuando Sophie le pregunta si alguna vez se ha sentido como si estuviera cargando un gran peso encima.  Es exactamente lo que le pasa a él. Y ahí el espectador aprecia con claridad el conflicto interno de Calum, puesto que ha comprendido que el mal de la melancolía lo ha heredado a su hija.

A pesar de no ahondar en los motivos de la depresión de Calum, sabemos que está ahí, las pistas son visibles a lo largo de la cinta, sin embargo no se trata con condescendencia al espectador, es decir, no se tiene que recurrir al diálogo expositivo para que nos demos cuenta de qué ocurre. La atmósfera de la película es densa en momentos, y en otros simplemente etérea. Un acierto muy grande es la escena donde el encuadre se divide entre el primer plano de la televisión, donde Sophie graba a su padre, entrevistándolo, mientras que al lado izquierdo hay un espejo que muestra su rostro. Me parece técnicamente destacable y suma a la división entre los mundos internos de esta relación padre-hija.

Advertir que Calum muere no es difícil. En realidad, es bastante evidente una vez que Sophie, ya de unos treinta años, reproduce, con la misma melancolía que su padre albergaba en su interior, la cinta del viaje, solo que ahora ella es el adulta y su padre es un recuerdo. Las escenas de la fiesta donde encuentra a su padre y lo abraza son producto de su imaginación, sustentadas por su eterno deseo de encontrarlo para abrazarlo una vez más.

La película es también un pequeño homenaje a la cámara, que plasma en el video un recuerdo.

Durante toda la película el espectador es capaz de rememorar algún momento como ese, en donde un fotograma lo traslada a la realidad ya acontecida o a donde, como diría Ed Sheeran (en su tema Photograph, del álbum X): “los ojos no se cierran, los corazones nunca son rotos, y permanecen”.

Aftersun es liviana en el comienzo, se agudiza con el tiempo, para terminar condensada en una atmósfera muy pesada e intensa emocionalmente.

Es una película que flota en los aires de la memoria.

Es una película muy bonita que desmenuza el recuerdo en sus filamentos más livianos, y que será una daga al corazón para aquellos que han perdido a su padre.

La película es también una nebulosa, con colores poco saturados que posicionan todo en una ficción, pero así es el recuerdo, ese que día a día nos cuenta las mejores o peores ficciones de lo que fue el ayer. Probablemente el viaje de Calum y Sophie fue diferente, probablemente fue objetivamente peor de lo que recuerda Sophie, pero eso no importa porque la memoria siempre sobrevive y porque por las ficciones vivimos y morimos todos los días.

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