Ha pasado tres décadas en Londres, más de lo que vivió en su natal Monterrey, y en estos poemas que cruzaron el Atlántico para llegar a la mesa de redacción de La Libreta de Irma se saborea la nostalgia por la tierra.
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Ha pasado tres décadas en Londres, más de lo que vivió en su natal Monterrey, y en estos poemas que cruzaron el Atlántico para llegar a la mesa de redacción de La Libreta de Irma se saborea la nostalgia por la tierra.