Decir otro lugar, de Eva Castañeda

Por Irma Gallo

Ha llegado a mis manos un libro que celebro, un libro que susurra en medio de fragmentos de silencio. Se trata de Decir otro lugar (Elefanta, 2020). La violencia es su tema, pero la experimentación formal de su autora, Eva Castañeda, logra que escape de cualquier lugar común al que estaría expuesto otro libro al regodearse con este asunto, tan traído y llevado en la literatura, y con tanta razón, porque nos ha pegado duro en este hemisferio, y específicamente en este país.

Si bien comenzó a la par de una estancia postdoctoral de la autora, cuyo tema era «Escrituras literarias producidas en contexto de violencias de Estado», este libro no es un texto académico –por fortuna–. Es un híbrido entre prosa y poesía:

«Este libro supuso para mí una reflexión respecto al género, entendido como género textual, género literario», dice Castañeda en entrevista para La Libreta de Irma. «Para la planeación de Decir otro lugar, acudí a todo este ejercicio en torno a la noción de género literario, porque creí que no me iba a funcionar escribir el libro en verso, en un verso tradicional. Porque lo que yo quería era contar una historia. Por lo tanto, creo que lo que me ofrecía los recursos más óptimos era la narrativa. En ese sentido, planteo la cuestión híbrida, en este diálogo que hay entre la poesía y la narrativa».

En esta experimentación temática y formal, el libro de Eva Castañeda se vuelve parte de una tradición que en México representan, entre otras, Sara Uribe, con Antígona González, Cristina Rivera Garza, con Los muertos indóciles y Doler Doler(se); incluso Diana del Ángel, con Barranca, aunque su texto esté centrado en la violencia específica contra las mujeres, y en el terreno de la ficción narrativa, Fernanda Melchor con Temporada de huracanes.

“Creo que las mujeres son las que están haciendo una reflexión muy interesante que se termina reflejando en el uso de ciertos recursos literarios”.

Eva Castañeda

“No quiero decir –aquí quiero ser cuidadosa– “, se apresura a aclarar la autora, “que los hombres no estén haciendo nada interesante en términos de escritura, pero creo que las mujeres están planteando temas y formas en sus poéticas, en sus escrituras, que van un poco adelante que las otras escrituras. Justo porque históricamente nos está tocando ponernos a pensar, porque si no, nos matan. No hay más. Tenemos que mirar esto desde otros lados”.

“Entonces, quizá, los ejemplos son más de mujeres respecto al tema, pero también pienso en las formas”, reflexiona.

Y si de experimentar se trata, Decir Otro Lugar es sin duda, un hallazgo también en términos temáticos. La violencia está ahí, latente, a veces incluso explota, como en los libros de sus compañeras de tradición que hemos mencionado antes, pero escapa de la desesperanza con un atisbo de luz.

“El título alude a esta posibilidad de una esperanza. No en un sentido ingenuo o inclusive ramplón, sino desde un lugar más crítico: decir, a pesar de todo esto que nos está atravesando, de esta ausencia de un Estado que nos provea lo mínimo necesario, podemos de alguna manera, todos, habitar ese lugar que va a ser un poco mejor”.

Para la poeta, el quedarse únicamente “señalando todos estos vacíos y el enorme deterioro que hay en torno a, iba a ser insuficiente”, por ello, opina que

“Decir otro lugar es aspirar a la posibilidad de habitar desde otro lugar pero también de mirarnos los unos a las otras, de una manera diferente, mucho más, desde un colectivo, desde un lugar más pacífico, más equitativo, más luminoso para todos”.

Si bien es un libro que borda sobre temáticas que son actuales, tensas, fuertes, de alguna manera inclusive el poema final intenté que fuera una posibilidad de esperanza en medio de algo tan caótico y desesperanzador, como es lo que tenemos enfrente.