La narradora Rosa Beltrán dedicó su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, en la que ocupará la silla número 36, a reivindicar Cartucho, obra de Nellie Campobello, como un clásico.

“Bastará con señalar las faltas en la obra de Campobello para ilustrar una forma de representación alterna a lo que conocemos como novela de la Revolución y explicar las razones de la invisibilidad de un texto tan desafiante: lo primero que no hay son certezas. Ninguno de los personajes que aparecen en la obra garantiza aparecer de nuevo, aunque algunos lo hacen. Nadie tiene un papel protagónico, pero mientras ocupan la tensión de la línea que narran, no hay nada más importante que aquello que vienen a hacer”.

La doctora en Literatura comparada por la Universidad de California continuó así su argumentación:

“Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa es la última obra que Nellie escribe. Lo hace en 1940. Una desesperación salvaje, semejante a la de los perros que según ella lloraron sus dueños debió apoderarse de la autora, quien a partir de entonces deja de escribir y se dedica, el resto de sus días, con su hermana Gloria, a la danza”.

Pero fue, quizá, el final de su discurso lo que más conmovió a los colegas, amigos, familiares y seguidores que se dieron cita en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para atestiguar el ingreso de Rosa Beltrán a la Academia Mexicana de la Lengua:

“Esa naturalización, a mi juicio, es responsable de que los lectores de Nellie Campobello sientan su obra muy cercana a la época que los habita. Una época capaz de entender lo que en el momento de su publicación y hasta hace muy poco había sido inconcebible, pero que hoy, en cambio, marca nuestros días: que el mundo puede ser narrado desde la total falta de certidumbre porque cuando ya no queda nada nos queda la literatura.”

En entrevista para Canal 22 y La Libreta de Irma Gallo, la autora de La corte de los ilusos habló de las coincidencias entre la época que le tocó vivir a Nellie Campobello y la actual.