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La vida en Puerto Rico se cuenta en español


Por Alicia González
Foto de portada Frode Myklebust en Unsplash
¿Estamos dejando huérfana a la isla por segunda vez? El español de la isla más allá del CILE

 Puerto Rico está más jayá en español que en inglés. Al menos así lo diría Macha Colón, una sosías de la Ogra que todo lo logra boricua de pelo afro y look animal print que triunfa en la escena indie del país caribeño. Y sin embargo, parece que la delegación española en el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) picheara sobre la hispanidad de la isla alegre juanramoniana. Dos intervenciones, la del Rey Felipe VI expresando su satisfacción por viajar de nuevo a los Estados Unidos de América y la de Víctor García de la Concha señalando que era la primera vez que el CILE se celebraba fuera del ámbito de la comunidad iberoamericana de naciones. Bien es verdad que la penitencia del Rey fue la broma cruel del destino cuando interrumpieron su discurso con un grito a favor de la liberación de un preso nacionalista, Óscar López –allí le dicen Oscar-, pidiendo su mediación, quizá sin saber que hablarle al monarca de nacionalismo es mentar la soga en casa del ahorcado. En opinión de Mario Alegre-Barrios, periodista cultural mexicano, afincado en Puerto Rico desde hace 37 años,fue algo coyuntural, no porque el que hizo el reclamo pensase que el Rey podía tener una intervención en eso, sino simplemente porque sabía que en ese momento mucha gente estaba atenta al acto y se aprovecha para pedir la liberación de Oscar al que aquí comparan con Mandela. Oscar ya hace mucho tiempo cumplió y están buscando que lo indulten y ha habido un movimiento en que de los últimos cuatro años para acá Oscar López ha sido el estandarte de la lucha de los independentistas”.

Las reacciones a la diplomacia de guante blanco

Pero volvamos al anecdotario estrictamente lingüístico… Preguntamos al escritor portorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá si la pelea por el idioma se dirimirá en el terreno del entretenimiento o en el de la información:En este congreso aparentemente se dilucidó en el del entretenimiento. Aparte de las metidas de pata del Rey, el director del Instituto Cervantes y el canal de televisión puertorriqueño que se refirió al Rey como «su magestad», incurriendo en un arcaísmo en la grafía, otro jerarca español de la lengua se refirió a nuestro Congreso como «jovial y risueño», que entiendo que quiso decir «divertido». Una vivacidad no compartida por el escritor Eduardo Lalo, ganador del Rómulo Gallegos en 2013, que protestó enseguida contra la «imprudente barbarie» de unos funcionarios que de un plumazo sacaron a Puerto Rico de su ámbito natural y cultural, según explicaba en su crónica para el periódico mexicano Reforma el periodista de origen español Sergio Rodríguez Blanco. Edgardo Rodríguez alzó su voz entre los que se sintieron escamoteados de la comunidad hispanoamericana por esas palabras: “Dije (en una entrevista) que éramos marginales en los Estados Unidos, también en Hispanoamérica y ahora, en un Congreso de la Lengua en que éramos anfitriones, también respecto de España, que nos considera parte de los Estados Unidos. Efectivamente, lo somos desde el punto de vista político, pero culturalmente pertenecemos a Hispanoamérica y eso era lo que pretendía puntualizar este Congreso.

 

Pero de arrancada España nos negó esa cédula de identidad cultural, una verdadera torpeza diplomática.

 

Todavía hay gente culta en Hispanoamérica que se pregunta si en Puerto Rico se habla español. Durante mi juventud era peor; ya están más informados, principalmente por el sitial de nuestra literatura en las Antillas y en el resto de Latinoamérica”. La corrección política y la diplomacia juegan malas pasadas. No obstante, Rodríguez Juliá no considera que la intelectualidad portorriqueña interpretara la actitud española en el Centro de Convenciones como un dar por perdido Puerto Rico: “Tampoco hay que tomarla tan a la tremenda. Se trató de unas cautelas diplomáticas que solo representan una inseguridad de parte de España ante los Estados Unidos; eso es todo, y estas cautelas llevaron a los regentes de la lengua a «mencionar la soga en casa del ahorcado», como decimos nosotros. La lengua y nuestra identidad cultural siempre es en Puerto Rico campo minado. Lo que resulta divertido es que pisaron la mina tan pronto se bajaron del avión. Por otra parte, nuestras relaciones con la Academia Española y el resto de las academias hispanoamericanas son excelentes. Nuestra academia es una de las más activas en Hispanoamérica. Celebramos este Congreso con grandes sacrificios para el pueblo de Puerto Rico, que está pasando por una gran crisis fiscal. No sé si los resultados han sido fructíferos; eso está por verse”.

Visita oficial de los Príncipes de Asturias
Felipe VI de España. Foto: Wikimedia Commons

Para Mario Alegre-Barrios las declaraciones de las instituciones españolas fueron percibidas como “una carrera de equívocos. Tuvo a la gente muy molesta y se empezó a crear de entrada un clima en las redes sociales y en la prensa, sobre todo porque Puerto Rico está viviendo un momento muy difícil. Estamos en una crisis tal que el Gobierno está a punto de quedarse sin dinero. Se le criticó mucho que para este Congreso haya dado cerca de dos millones de dólares y por ahí ya se vició lo que podría haber sido un evento eminentemente cultural”.

Ese enfogonarse, sentirse molesto, responde al sentimiento de que para muchos el español es en Puerto Rico identidad y el inglés imposición, tanto que Héctor Feliciano, presidente de la comisión organizadora, recordaba en declaraciones a El País como

hasta los años cincuenta los maestros enseñaban en español siempre salvo el día de visita del inspector. Muchos incluso pagaron con la cárcel la resistencia a abandonar la que era, no olvidemos, la lengua materna tanto de los alumnos como de los profesores”.

Una experiencia fracasada de arrancarles las raíces que resume Edgardo Rodríguez:Hasta los años cuarenta hubo un intento de transculturación a través del inglés como idioma oficial de la enseñanza pública. Eso cambió radicalmente a fines de los cuarenta en que el español se convierte en vehículo de la educación. Luego el español y el inglés han convivido como idiomas oficiales del gobierno de Puerto Rico. En los noventa, a raíz del quinto centenario, se convierte el español en idioma oficial único del gobierno, por lo que todo el país recibió el Premio Príncipe de Asturias. Ya hoy por hoy se ha convertido en balón político: los anexionistas prefieren que sean los dos idiomas, los autonomistas que sea el español. No sé si esta trayectoria se dilucidó en el Congreso; en la sesión inaugural parece que los jerarcas españoles de la lengua adjudicaron en contra nuestra”.

Como ocurriera en la “pequeña guerra espléndida” de Aibonito en el CILE tampoco se llega al combate: derrota por incomparecencia. De hecho, no hubo un solo debate dedicado a la convivencia del español y el inglés en Puerto Rico como si la RAE quisiera pichear con la batalla del idioma. “Si te fijas –explica Sergio Rodríguez Blanco- en las conferencias había muchas sobre medios de comunicación, pero no había casi nada sobre abordar el tema del inglés con el español, como que claramente se evitó el tema, cuando claramente era algo que era interesante discutir”. Edgardo Rodríguez lo achaca a la “peculiaridad de tener la intervención de muchos literatos y pocos lingüistas. La educación bilingüe en Puerto Rico, por ejemplo, tampoco se tocó; es un tema importante y urgente, ya que nos sospechamos que bajo algunas circunstancias educativas, la educación en las dos lenguas, el español y el inglés, es beneficiosa para ambas”.

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Foto: Cristian Escobar en Unsplash

El lenguaje de las emociones

Pero, ¿cómo se sienten los boricuas? Para el transterrado Mario Alegre-Barrios no hay duda: Aquí las comunicaciones en un 98% son en español, hay un solo periódico en inglés con una circulación mínima. La vida se cuenta en español. Las crónicas se hacen en español, las entrevistas, buenas, malas, pequeñas se hacen en español”. Edgardo Rodríguez coincide en que no es cierto que las grandes coberturas informativas, las historias con mayúscula se hagan en inglés: “Hace muchos años un escritor uruguayo me preguntaba por qué no escribía en inglés siendo bilingüe. Le contesté que solo en la lengua materna tengo el registro de emociones que pueden lograr las palabras. Me eduqué leyendo en bachillerato a Virginia Woolf y a James Joyce. Llegué tarde al Quijote, pero nada como esta versión antillana del español canario y andaluz para expresar mi país y cuidar de mi trayectoria en un país cambiante, fascinante por sus transformaciones, a veces dichas en el español más antiguo, otras en el espanglish al uso corriente. Eso sí, nuestra literatura, tanto la escrita en España como la escrita en Hispanoamérica, no tiene mucho interés para el mundo editorial anglosajón. Se trata de un amor con lo americano e inglés no correspondido”.

Contra lo que pueda vender la propaganda anexionista que ha hecho del idioma un hecho político, Puerto Rico habla un español virado a alegre. “Un lenguaje muy florido –dice Sergio R. Blanco- muy caribeño y por otro lado, yo que vivo en México, me fijé que allí muchas cosas se dicen “a la española”, cosas para las que aquí hay otro giro como “coger” (suelta una risilla) en Puerto Rico se sigue usando como en España con el significado de asir”. De todas formas el portorriqueño es cualquier lo contrario al agua piringa, una lengua sabrosa menos “manchada” de inglés de lo que podría parecer. “Alguno te puede decir, ‘te escribo patrás’ como traducción del send you the email back, pero es igual que cuando en España dicen aparcamiento, mientras aquí dicen estacionamiento y no por eso el español corre ningún peligro. Quizá choca algún giro, como el de ‘hacer la lucha monga’, pero ellos tienen muy claro que viene del dialecto africano y te lo explican. La comida, la broma, la salsa se hacen en español”, asegura Sergio R. “El portorriqueño –dice Mario- vive una ambivalencia perpetua desde 1898 cuando dejó de ser de España y pasó como botín de guerra a manos de Estados Unidos; de ser una colonia española, se convirtió en una colonia estadounidense. Aquí el día a día se trabaja en un español un tanto corrompido, un tanto influenciado por los anglicismos, pero la gente habla en español todo el tiempo. Arturo Pérez-Reverte vino en el 98 y cuando él vino estaba la polémica caminando sobre la eliminación de la eñe y él se involucró mucho y decía que cada país tiene la lengua que se merece. Eso fue porque el gobierno en turno, un gobierno muy proamericano intentó hacer del inglés el idioma oficial y esto levantó polémica. Pero salvo esas cuestiones que tienen que ver más con cosas del Gobierno la gente se siente muy hispanoamericana”.

Sergio Rodríguez Blanco
Sergio Rodríguez Blanco. Foto: Facebook

Tal vez la polémica de la lengua se resuma en la frase del grafista isleño, Alexis Díaz, que decía que sus obras están pensadas en español y conminaba a que la tradujeran allí, refiriéndose a Estados Unidos. Aunque Mario Alegre-Barrios va un poco más allá: “No siento que haya ningún cambio ni para bien ni para mal en cuanto a la relación del portorriqueño con el idioma y te lo digo yo que durante todo este tiempo he estado tan vinculado al hablar de la gente y ese quehacer cultural. Puerto Rico es un sitio muy pequeño físicamente, pero con una gran cantidad de creadores cuyos oficios de una forma u otra están muy vinculados a esa cuestión de indefinición, porque el puertorriqueño a diferencia del mexicano, del colombiano o del español nunca ha sabido qué es porque la historia de Puerto Rico la tuvo España primero, luego Estados Unidos y no ha habido un lapso en el que ellos hayan podido construir su propia historia y siempre ha sido a la sombra de alguien”.

El paso adelante, la marcha de la casa del padre de todos modos nunca es fácil. Treinta marinos arriaron en el 98 la bandera española e izaron el pabellón de las barras y estrellas, ahora puede ser Estados Unidos quien les abandone. En la medida en que el escenario geoestratégico ha cambiado “Puerto Rico ha perdido totalmente ese valor clave y ahora, hablando con el corazón en la mano no es otra cosa que una piedra en el zapato para Estados Unidos. Si por Estados Unidos fuera hace rato hubiera dejado que Puerto Rico fuera independiente, República, pero como es tan compleja la relación sociopolítica… Porque imagínate que mañana den la independencia, los tres millones y medio de gente que vivimos aquí somos ciudadanos americanos, ¿qué va a pasar con eso?”, reflexiona Mario.

La mejora de las relaciones de Estados Unidos con Cuba tal vez les haga sentir un poco más huérfanos. “Obama vino hace como tres años –nos relata Mario Alegre-Barrios- y la gente hizo fiesta porque él llegó en la mañana se comió un emparedado en una cafetería muy famosa y a las tres de la tarde se fue y eso fue aquí primera plana, se estuvo hablando durante meses de eso. Obama fue ahora a Cuba y en Cuba hizo televisión, se quedó, habló por las calles. Eso aquí se ha visto como un balde de agua fría, porque se dan cuenta de que Puerto Rico ha pasado a ser ahora el hijito bastardo, el hijito recogido de la calle que nadie quiere y ante la efervescencia que podría empezar a tener Cuba como un atractivo de inversión para el americano obviamente ha perdido la importancia que tenía ante Estados Unidos y eso pesa”. Habría quien pudiera pensar en celos de rivalidad entre la antigua  bestia negra durante la guerra fría y el enclave estratégico el imperio estadounidense. Nada más lejos de la realidad: “Ellos con Cuba tienen una relación cercana, incluso hay un poema convertido en canción que dice algo así como Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas, incluso la manera de hablar a oídos de otra persona fuera del Caribe se oye bastante parecido”. Un hermanamiento al que se aferra esperanzado Edgardo al afirmar que Puerto Rico será parte de esa integración de Cuba a la economía norteamericana. Pero eso tardará algún tiempo. Seguiremos hablando español porque es la principal seña de identidad de nuestra cultura y esperamos convertirnos en ciudadanos perfectamente bilingües en las dos lenguas. Me eduqué con curas gringos de ascendencia alemana. Fidel y Raúl con jesuitas españoles. Nunca aprendieron inglés. Nosotros podríamos ser interlocutores valiosos”, remata Edgardo.

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