El poeta José Javier Villarreal, director de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la UANL, habla del programa con el que la institución rendirá homenaje al célebre regiomontano en el marco del Festival Alfonsino 2021, que comienza el 13 de mayo.
Por Irma Gallo
Foto de portada: Cortesía
Dos poetas unidos a pesar del paso del tiempo, o precisamente por este: José Javier Villarreal dice que se ha inventado algunos de los lazos que tiene con Alfonso Reyes, por ejemplo, que el autor de Cartones de Madrid murió en 1959, año en que nació Villarreal.
«Por eso digo que Reyes me protege como un ángel guardián», dice el poeta y ensayista.
Además, en su libro Los secretos engarces (Textofilia/UANL, 2021), que se presentará también durante el Festival Alfonsino 2021, Villarreal dedica tres capítulos a Alfonso Reyes. Como un libro «extraño», lo define en esta entrevista:
«Primero se fue planteando como un libro de ensayos. Luego estos ensayos se fueron contaminando con pasajes que podemos calificar de literatura biográfica. Luego se contaminó más con poemas, entonces lo que tienes es una especie de caleidoscopio, que a medida que vas girando se van armando figuras».

El libro abarca un periodo de la literatura mexicana que va de finales del siglo XIX a mediados del XX, y en él, Villarreal incluye a escritores como Ramón López Velarde, Manuel José Othón, Carlos Pellicer y Sergio Pitol, quien, según dice:
«Tiene una gran relación con Reyes en libros como La cena, de Reyes, y esos maravillosos libros de Pitol como El arte de la fuga, El mago de Viena o El viaje. El mismo Pitol dijo: quizá toda mi literatura gira en torno a ese relato de Reyes«, cuenta el autor de Los secretos engarces.
«Entonces», continúa, «estos personajes que aparecen en el libro, como Salvador Díaz Mirón, son caparazones que permiten a una voz apropiarse de ellos y contar una historia que quizá no sea del todo la de estos personajes, pero en el entendido de que han dejado de ser personas para convertirse en personajes. Hay estos engarces, estas uniones, coincidencias en el tiempo. Por ejemplo: Reyes se nos está muriendo al mismo tiempo que Carson McCullers está escribiendo un libro de ensayos donde habla sobre la creación de ficción, le van a amputar una pierna a McCullers, muere un poco antes de la fecha acordada, y a mi padre le amputaron una pierna y muere poco tiempo después. Cosas así, medias extrañas, se van planteando en el libro», dice.
En cuanto al programa con el que la Capilla Alfonsina participará en el Festival, destaca la conferencia magistral que dictará Adolfo Castañón sobre el texto La oración del 9 de febrero.
«La oración del 9 de febrero siempre se proyectó que iba a ser el título que cerrara esta biblioteca crítica», cuenta Villarreal. «Adolfo siempre ha colaborado en todos los tomos y ha hecho una investigación, una lectura, que ha contextualizado en su momento, en su tiempo, en las posibles influencias o coincidencias literarias, y eso es muy rico. Creo que esto es el aporte que nos hará Adolfo Castañón con su conferencia. Pero además, se presentará el libro La oración del 9 de febrero, pero no es solamente la reedición, sino que va acompañado de un dossier crítico de más de 20 ensayistas que trabajaron sobre el texto».

«De Capilla a Capilla» es el ciclo en el que José Javier Villarreal conversará con su contraparte, el director de la Capilla Alfonsina de la Ciudad de México, Javier Garciadiego, sobre la producción literaria de Reyes en el exilio.
«En esta década en que Reyes se vio desprovisto de todo, que parece una novela de aventuras: de ser el «niño bien» del país, o sea, el hijo del general Bernardo Reyes, a andar en la nada en los andurriales de Madrid. Una picaresca que le toca vivir a Reyes con un hijo y con una esposa».
Reyes, que es un autor medular en la primera parte del siglo XX mexicano, tiene una formación extranjera. Es de los pocos escritores mexicanos que se forman fuera del país.
José Javier Villarreal

«Los dos», dice Villarreal refiriéndose también a Garciadiego, «somos fans de ese Reyes que sería digno de personaje de novela picaresca. Y si se lograra sería una maravillosa novela de iniciación para cualquier escritor. En 1913, Reyes tiene un ofrecimiento de Victoriano Huerta, que ya ha dado el cuartelazo, ha muerto Bernardo Reyes, Madero también, y le ofrece ser secretario de la presidencia. Reyes dice ‘no, no va por ahí’, y apresura sus estudios, su licenciatura en Derecho y se va como segundo secretario de la delegación de México en Francia. Yo creo que en ese momento, por lo que hemos leído en el único libro que tiene Reyes publicado de ensayos —que creo que ahí la influencia de Enríquez Ureña es fundamental—, como que su foco de atención no era la literatura española, aunque había estudiado literatura española aquí en México. Como que lo de él era la literatura francesa, la literatura inglesa, la literatura alemana (Goethe va a ser la gran figura), pero de pronto el destino lo avienta a España y ese no era el destino que quería Reyes».
A pesar de que no le gustaba la ciudad, durante el tiempo que pasó en Madrid, Reyes trabajó en la fijación de los poemas de Góngora y en la prosificación del Poema del Mío Cid. Asimismo, cuando dejó España rumbo a Sudamérica publicó sus Cuestiones gongorinas. Tres alcances a Góngora, y años después su edición de Juan Ruiz de Alarcón.
Reyes es un poeta que hizo suya la tradición en lengua española y que no le dio la espalda; al contrario, se vio reflejado y se vio cobijado por la literatura novohispana.

«Cuando Reyes llega a Madrid, con esa incomodidad de ‘¿qué voy a hacer ahora?, ¿de qué voy a vivir?’, creo que se vio reflejado en Juan Ruiz de Alarcón», dice Villarreal, «y le dedica un ensayo bellísimo donde, al leerlo, te das cuenta de que se está despidiendo él mismo. O sea, usa la careta de Juan Ruiz de Alarcón para expresar al Alfonso Reyes que no podía ponerse en primera persona».
Aquí puedes ver la entrevista completa que le hicimos a José Javier Villarreal: