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Lobo hombre en Londres: sobre Hilary Mantel y Thomas Cromwell


Por Concha Moreno

Hay una nostalgia muy sabrosa cuando se acaba de leer un libro, si es que nos ha gustado. Le pasó al escritor Pancho Hinojosa, por ejemplo: cuando adolescente no le gustaba leer; por una carambola le cayó en las manos Crimen y castigo. Así, pian-pianito, se lo fue leyendo. Cuando lo terminó, se sintió desolado: ¿y ahora qué se hace esto? Leer otro libro parece el consuelo del traidor, pero es la mejor solución. Otra es releer, los buenos lectores regresan a los libros que los conmovieron.

Me siento nostálgica porque acabo de pasar la última página de Wolf Hall (Fourth State), la novela de Hilary Mantel sobre el lobo hombre de Londres: Thomas Cromwell, político, abogado, maquiavélico, consejero de Enrique VIII y capaz de vender su alma con tal de salirse con la suya.

Leí Wolf Hall por curiosidad, pues hace un rato que no le doy a la literatura histórica (he descubierto que la mayor parte de indagar literariamente en la historia es mera excusa para incluir leer de sexo entre personajes célebres). Curiosidad, pues: The Guardian designó Wolf Hall como la mejor novela de lo que llevamos del siglo. Parece que era una exageración, el siglo apenas lleva dos décadas, ¿podemos calmarnos?

No es una exageración.

La novela sigue la vida de Cromwell desde su vida como hijo de un herrero que lo golpea por deporte hasta su ascenso en la corte de Enrique VIII.

La primera escena es el pequeño Thomas que soporta una golpiza y piensa que hasta ahí quedó. Sobrevive, claro, pero tiene que huir de casa. Sobrevivir como sea, como soldado, como comerciante, como asesino. Como quien se ajusta a la vida a madrazos.

¿Cómo se convirtió el mercenario Cromwell en el hombre más poderoso de Inglaterra, apenas por debajo del rey? ¿Debajo del rey? Enrique VIII escuchaba cada palabra de Cromwell. En Wolf Hall el rey es un hombre voluntarioso y caprichudo. Era Cromwell quien lo devolvía a la realidad política.

Cromwell: dejó de ser un soldado peleado con la vida cuando vio los frescos en Italia, comprendió la pintura flamenca, se enamoró, vio al fin el lado sublime de la existencia. El corazón le dio un vuelco y se transformó en un hombre de letras y abogado de gran inteligencia con aliados en toda Europa. Cuidado.

La novela de Mantel cubre un tiempo aciago de la Europa posmedieval: las guerras religiosas. Roma debatiéndose la vida contra Lutero y sus seguidores. El fuego, ¿quién lo apaga? Enrique lanza un leño. Quiere divorciarse de Catalina de Aragón, su legítima esposa que falló al no darle un hijo varón. La ganona: una tal Ana Bolena, sensual y manipuladora, otra sobreviviente que acuchillará a quien sea capaz de ponerse entre ella y el trono de Inglaterra.

Quien recuerde un poco de las clases de Historia de la prepa conocerá la situación— y si no se acuerdan, ahí está Wikipedia—. Roma no permite el divorcio y Enrique está duro que dale con que se quiere casar con la Bolena. No es cosa menor; divorciarse de Catalina creará una brecha no solo entre Roma e Inglaterra, sino también con la Europa continental.

Para hacer su voluntad, Enrique decide lo más radical: romper con Roma, Inglaterra dejará de ser católica y él mismo será ahora la cabeza de una nueva iglesia diseñada a la medida, pues le permitirá, como no, divorciarse.

Cuando adolescente vi todo este drama en clase pensé que el asunto era tonto. ¿Divorciarse era tan difícil? ¿Pues es que los reyes no hacen lo que se les pega la gana? Si al lector le da la misma impresión, debo decirle que Mantel, sin ser explicativa ni pedagógica (otro de los vicios de la literatura histórica), lo deja claro: el asunto era no solo de escándalo sino también peligroso. Recordemos que se trata todavía de un tiempo en el que poder del rey era sagrado, Roma era fuente de ese poder sacro al apoyar ante lo mismo entre la gente de la gleba que las altas cortes europeas que los reyes son reyes porque así lo designa Dios. El papa era el gran mariscal de campo de las estrategias políticas.

Entra aquí Cromwell: ¿quién va a conseguirle al rey su divorcio? ¿Quién sino un lobo en la corte de Londres?

Pero no nos adelantemos. Hilary Mantel cuenta con paciencia y precisión todo el tinglado. Y, madre mía, qué bella prosa, tan efectiva como poética. ¿Sexo? Lo hay entre velos. Es mucho más sexy todo el tinglado político que acompaña los ardores eróticos del rey y su corte.

Wolf Hall es la primera entrega de una trilogía que cubre toda la vida de Thomas Cromwell. Es una serie notable, con ella Mantel ganó DOS veces el Booker, el más prestigiado premio de la literatura anglófona. Mi tristeza postcoital con Wolf Hall no me impedirá abrir de inmediato el segundo libro de la serie. Venga, atasque de reyes y las intrigas cortesanas, más grandes temas, más reveses y enveses de los juegos del poder, más de lo que pasa detrás de las cortinas escarlatas de los salones reales.

Aclaración: es mejor leer la trilogía en inglés y no por afectación sino (Cromwell me habla al oído) por puro pragmatismo. En español solo se consigue la primera parte, traducida como En la corte del lobo. Una verdadera ceguera de los distribuidores y la editorial no tener disponible la trilogía. La porra los saluda.

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